Escribí en mi Apunte de ayer -e insisto en ello en la columna que El Mundo me publica hoy- que las aguas de la política catalana volverán a su cauce anterior.
Quizá sea una profecía demasiado arriesgada. Quizá no.
El tono en el que se están hablando los políticos de CiU y el PSC es muy fuerte. La aparición de la Fiscalía también resulta conflictiva. Se ha armado buena.
No es para menos.
Uno de los inconvenientes que presenta Maragall es su tendencia al descontrol. No es sólo que los demás tengan dificultades para controlarlo; es que él mismo parece no arreglárselas muy bien para controlarse. A veces se le nota problemáticamente espeso.
¿A cuento de qué salió con lo del 3%? ¿Lo pensó antes de decirlo? Me da que no.
Dejo de lado que la sesión parlamentaria no estaba para debatir de esas cosas y que la arruinó por completo, lo que no han agradecido nada, como es lógico, los vecinos de El Carmel. Eso es grave, pero de consecuencias más a ras de suelo. La cuestión fundamental es que dio suelta a un bicho de mucho cuidado, que a ver cómo se las arregla para devolver ahora a los corrales. Porque la alternativa es de una sencillez aplastante, y todo el mundo la está planteando ya: si dijo lo del 3% a la ligera, sin pruebas, ha demostrado ser de una frivolidad pasmosa, intolerable en alguien que ocupa un cargo de esa responsabilidad; y si lo dijo sabiendo bien de qué hablaba, no puede ahora desdecirse por oportunismo político.
Doy por hecho que Maragall sabe que CiU cobraba comisiones por la concesión de obras públicas. Tal vez incluso, si se lo propusiera, podría demostrarlo. Pero también ha de saber, obligatoriamente, que los de CiU no ignoran que el PSOE las ha cobrado igual que ellos, cuando y donde ha estado en el poder. Y que tal vez, si se lo propusieran, podrían demostrarlo.
La perspectiva no tiene nada de desagradable: si se decidieran a sacarse los trapos sucios, en plan «¡Pues mira que tú!», la dura realidad de la clase política catalana -y, ya de paso, también de la clase mediática- quedaría al desnudo en cosa de nada. Porque es imposible levantar la tapa de una fosa séptica y que no apeste.
Pero no veo qué interés pueden tener en deslizarse todos por esa pendiente.
Es lo que me hace pensar que se las arreglarán para pactar el rápido regreso a la normalidad. Es decir, al pasteleo de siempre.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (26 de febrero de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 25 de noviembre de 2017.
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