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2004/04/18 06:00:00 GMT+1

¿El partido de González?

Tengo amigos que consideran una desgracia la victoria electoral del PSOE porque gracias a ella -dicen- «regresa al Gobierno el partido de la corrupción y de los GAL».

¿Tienen razón?

Es indiscutible que el poder político que creó los GAL y que propició la corrupción en algunas de sus formas más extremas -saqueo de las arcas del Estado, cobro de comisiones multimillonarias a empresas que trabajaban para las Administraciones, surgimiento como por ensalmo de inmensas fortunas personales- emanó del PSOE. Le son atribuibles no sólo ésos, sino bastantes más desmanes en muy diversos terrenos: su política económica neoliberal y antisocial, su respaldo a una construcción europea abiertamente escorada hacia los intereses de los grandes consorcios económicos, su apoyo a la política exterior de los EUA, cada vez más agresiva y hegemonista, sus reiterados intentos de aprobar leyes restrictivas de las libertades individuales y de los derechos de las nacionalidades...

Esos rasgos -todos ellos negativos y varios de ellos incluso criminales- marcan con su impronta el balance del trecenato que algunos llamamos felipista.

¿Son extensibles automáticamente a lo que habrá de ser el periodo de Gobierno de Rodríguez Zapatero? No. No -insisto- automáticamente.

Es cierto que Rodríguez Zapatero no ha realizado un examen autocrítico de todo aquel periodo. A veces pretende que ha aprendido de «los viejos errores», pero ni los ha inventariado ni los ha calificado jamás. Incluso permite que se homenajee a responsables de muy negros capítulos de la era felipista, acepta sin chistar que alguno de sus próximos siga presumiendo de su respaldo al terrorismo de Estado (caso de Rodríguez Ibarra) y hasta ha rescatado para su equipo de dirección a personajes que tuvieron un papel destacado en los intentos de encubrir muy graves crímenes (caso de Alfredo Pérez Rubalcaba, factótum de la RTVE de entonces).

Esos vínculos ideológicos, políticos y personales con el pasado, sin embargo, no le obligan a responder miméticamente a los patrones de comportamiento de González. No sólo porque puede haber diferencias de talante que generen un estilo singular, sino también porque las condiciones actuales son diferentes a las de 1982 en diversos planos. En diversísimos. Incluso en el estado moral de la sociedad: la de 1982 eligió a González para que tomara el timón con mano firme tras un periodo de gobierno débil, en tanto la de 2004 ha elegido a Zapatero para que dulcifique una larga etapa de gobierno intemperante y autoritario. La situación internacional es diferente. El papel de España en ella, también. Las fuerzas militares y policiales del franquismo tenían a la clase política bajo vigilancia, apuntándola a la nuca. Ahora lo que hay de eso es casi anecdótico. González llegó a la Presidencia sin precisar de apoyos parlamentarios; Zapatero los necesita... En fin: no creo que sea necesario hacer un repaso exhaustivo de las diferencias que separan ambas épocas.

Tratándose de políticos esencialmente oportunistas, las características diferenciales de cada una de las oportunidades cobran gran importancia.

Lo que trato de decir con todo ello es que, aun considerando que es muy posible que Zapatero se muestre pronto como un gobernante nefasto, no está justificado dar por hecho que lo será del mismo modo que lo fue González. Creo que hay que esperar.

Hay otro aspecto que me parece esencial subrayar cada vez que alguien lamenta que llegue a La Moncloa un miembro del partido «de los GAL y la corrupción». Me refiero al hecho de que ese modo de describir las cosas lleva implícita una valoración comparativamente positiva del PP. Como si el PP estuviera impregnado de un espíritu ético más honrado o menos encanallado que el PSOE. Quizá algún día valga la pena entrar en detalle en esa comparación. Cuando lo hagamos, será necesario recordar desde todo el trabajo que hizo el Gobierno de Aznar a partir de su misma formación para que la denuncia del terrorismo de Estado no fuera más lejos (incluyendo las últimas gestiones destinadas a poner en libertad a Rodríguez Galindo), hasta la protección que ha dispensado a los torturadores, pasando por el ímprobo esfuerzo que ha realizado para que fuera imposible poner fin al terrorismo de ETA, de cuya insistencia se ha aprovechado desvergonzadamente con fines electorales. Y, si de corrupción económica se trata, habrá que poner sobre la mesa los procesos de privatización de los grandes monopolios estatales y los beneficios tan injustificados como particulares que han producido.

Hecho lo cual, veremos quien monta tal y quien monta tanto.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (18 de abril de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 19 de mayo de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/04/18 06:00:00 GMT+1
Etiquetas: apuntes 2004 | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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