Me parece muy buena idea que nuestros gobernantes hayan decidido que lo del 92 no sirva para conmemorar la conquista de América. Nada de conquistas, colonizaciones y otras referencias brutales. Lo que vamos a celebrar en 1992 es el Quinto Centenario del «encuentro de dos culturas».
Es cierto que esto del «encuentro de dos culturas» no es un concepto demasiado científico -me da que, en materia de culturas, del lado americano había más de una-, pero resulta de lo más diplomático y tranquilizador. Presenta además la ventaja de que facilita la aceptación de los fastos por parte americana. ¿Quién puede resistirse a que se conmemore algo tan lindo como es la fusión de dos mundos, una vez obviado el intrascendente dato de que esa fusión se realizó a golpe de mandoble y arcabuz?
La idea es tan buena que no entiendo por qué sus inventores no la extienden a otros históricos encuentros de dos culturas en los que nos hemos visto involucrados. En concreto, no me explico por qué no celebramos por todo lo alto el encuentro que nuestros antepasados godos tuvieron con la cultura árabe desde el año 711 y durante cerca de ocho siglos extraordinariamente fructíferos.
Sería, además, una ocasión muy adecuada para que el Gobierno español predicara con el ejemplo y, del mismo modo que pide a los herederos de Tupac Amaru y Atahualpa que no miren lo sucedido hace cinco siglos con ánimo torvo, optara él por abordar con espíritu constructivo y fraterno el hecho de la presencia árabe en lo que ahora llamamos España.
Harían falta algunos retoques en las tradiciones locales, sin duda. Habría que revisar los homenajes al apóstol Santiago, hasta ahora celebrado como «matamoros», y algunos otros mitos y leyendas deberían caerse del pedestal en el que han estado durante varios siglos, empezando por la tontería esa de llamar «Reconquista» a un proceso guerrero de 774 años que no reconquistó nada, porque España nunca había existido como unidad política hasta entonces.
El recuerdo de la toma católica de Granada, que se verificó también en 1492, podría servir de acicate para el necesario reestudio de esa importante fase histórica. Este otro Quinto Centenario nos permitiría de paso rendir tributo de homenaje a la nación árabe, agradeciéndole lo mucho que se esforzó para tratar de desasnar a nuestros antepasados -con un éxito más bien relativo-, enseñándoles ciencia, arte y buen vivir.
Brindo gratis la idea al Gobierno español. Estoy convencido de que su afición a celebrar los «encuentros de dos culturas», más allá de viejas pendencias trasnochadas, se verá colmado con esta nueva posibilidad que le ofrezco de mostrarse lúcido y generoso.
Oj Alláh!
Javier Ortiz. El Mundo (28 de septiembre de 1991). Subido a "Desde Jamaica" el 9 de octubre de 2011.
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