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2002/10/31 06:00:00 GMT+1

El modelo de Putin

El presidente chino afirma que la actuación de Putin en la crisis del teatro de Moscú fue «modélica». No emplea el adjetivo de manera metafórica: ha explicado que, si él llegara a encontrarse en una situación parecida, haría exactamente lo mismo, e incluso ha pedido a las autoridades rusas detalles sobre el gas utilizado para el desalojo, de cara a fabricarlo y tenerlo disponible, por si acaso.

Para cualquier persona mínimamente preocupada por los derechos humanos, el asalto a sangre y fuego ordenado por Putin es cualquier cosa menos un modelo digno de imitación, vistos sus resultados.¿Por qué individuos como Jian Zemin lo miran con tan buenos ojos? Ellos mismos lo confiesan: porque ha demostrado que está decidido a aplastar como a una cucaracha a todo aquel que se atreva a cuestionar la unidad territorial de su nación. En resumen: lo que les fascina es la implacable rotundidad de su nacionalismo.

Es interesante ver cómo individuos que ocupan buena parte de su tiempo en lamentar la intrínseca maldad y el atavismo de los nacionalismos, y que adornan sus peroratas al respecto con profusas referencias a la globalización y la desaparición de las fronteras, reaccionan conforme a las pautas del peor nacionalismo en cuanto alguien se refiere a los problemas de cohesión que tiene su Estado presuntamente nacional. Por lo visto, ser nacionalista checheno es retrógrado y ridículo, pero ser nacionalista ruso es admirable y estupendo. Que medio centenar de guerrilleros chechenos ocupe por las armas un teatro de Moscú es una aberración con la que hay que acabar a costa de lo que sea, pero que a nadie se le ocurra criticar que miles de militares rusos hayan convertido Chechenia en su gran teatro de operaciones.

También Aznar defiende a Putin. Dice el jefe del Gobierno español, con ese gusto tan suyo por el reduccionismo grosero, que la opción que tenía Putin era intervenir como lo hizo o ceder ante «unos terroristas armados» que estaban «dispuestos a morir por completo». No es así. El presidente ruso podía haber mareado la perdiz mucho más y mucho mejor. El problema es que, de hacerlo, algunos habrían podido interpretarlo como debilidad. Y él no estaba dispuesto a pasar por eso. Aunque la alternativa fuera pasar por encima de centenar y medio de cadáveres.

Estoy dispuesto a aceptar que los nacionalismos obnubilan las conciencias. Pero lo admitiré gustosamente cuando se empiece por reconocer que no hay peor nacionalismo que el que mira a los demás desde la cumbre del Poder. El de Bush y su «nación más poderosa que ninguna otra». El de Putin y su Rusia «que no permitirá que nadie humille». El de Chirac y su «grandeur de pacotilla». El de Aznar y su «sagrada unidad de la Patria».

Javier Ortiz. Diario de un resentido social (31 de octubre de 2002) y El Mundo (2 de noviembre de 2002). Hay algunos cambios, pero no son relevantes y hemos publicado aquí la versión del periódico. Subido a "Desde Jamaica" el 16 de enero de 2018.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2002/10/31 06:00:00 GMT+1
Etiquetas: putin españa usa francia diario nacionalismo zemin aznar 2002 bush china chechenia moscú chirac el_mundo | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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