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1999/09/15 07:00:00 GMT+2

El juicio de los jueces

Los jueces quieren ganar más. Hasta ahí, nada que los diferencie de los picapedreros, los guardias urbanos, los biólogos y, si ustedes me apuran, hasta de los delincuentes: por regla general, los malhechores cometen sus fechorías con el mismo deseo que ahora sienten los jueces, a saber, ganar más.

Lo que distingue a los jueces del resto de la humana grey es que, mientras los demás reconocemos que el dinero lo queremos para vivir mejor -o al menos sin tanto apuro-, los jueces sostienen que les hace falta para asegurar su independencia.

Si no tuviera noticia bastante precisa de los aires que corren por la judicatura española, semejante pretensión me produciría una muy honda preocupación. Pero, como los conozco bien, no me preocupo por eso: estaba ya preocupado de antemano.

¡Asegurar su independencia! Dan a entender que el modo más seguro de evitar que los que deben juzgar sucumban a la tentación de venderse a los justiciables es que previamente los compre el Estado. «Que nos dé el Gobierno lo que necesitamos, y no tendremos que buscarnos la vida por el método Estevill», parecen decir.

Fastuoso. ¿Y a los policías? ¿Qué sueldo habrá que conceder a los policías para disuadirlos de que, aprovechando que tienen un arma, no nos asalten por la calle? ¿Y a los militares, para que no vendan en El Rastro los planos del búnker de la Zarzuela, ahora que los del de La Moncloa ya son conocidos?

Junten ustedes en una sobremesa, por ejemplo, a un arquitecto, un médico, un político y un periodista medianamente honrados -si los encuentran- y saquen a colación la podredumbre existente en este país. Verán con qué convicción cada uno de ellos reclamará para su profesión el índice supremo de venalidad. «¿Corrupción entre tus colegas? ¡Y un cuerno! ¡Para corrupción, la que hay entre los míos!», saltarán uno tras otro. El orgullo corporativo no provoca estragos hoy en día, ciertamente.

Pues bien: aun contando con eso, jamás se toparán ustedes con un gremio cuyos integrantes se despedacen con más genuino entusiasmo que el de los jueces españoles. Se ponen a parir con saña casi sádica. De creerles, habría que concluir que el grado combinado de estupidez, vaguería y depravación reinante entre los suyos carece de parangón en el orbe. Cada cual es estupendo, pero la inmensa mayoría de sus colegas carece de remedio.

¿Se arregla eso con una subida de sueldo del 25%? Malamente.

Hay en este país demasiados jueces que dan toda la sensación de haber perdido el juicio.

Javier Ortiz. El Mundo (15 de septiembre de 1999). Subido a "Desde Jamaica" el 19 de septiembre de 2011.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1999/09/15 07:00:00 GMT+2
Etiquetas: justicia corrupción el_mundo 1999 preantología estevill españa | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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