El desconcierto que ha cundido en la dirección del PP a cuenta de lo del Prestige es de órdago. Me cuentan el prodigio de cinismo desplegado por un diputado popular hace un par de semanas ante un buen puñado de testigos: «Hasta ahora hemos ido siempre a piñón fijo... Cada vez que sucedía una desgracia -un atentado, o lo que fuera- siempre encontrábamos a alguien a quien echar la culpa... Estábamos acostumbrados a lavarnos las manos y a sacar provecho de todo. Pero con esta mierda del fuel no hay manera. Tratamos de quitárnoslo de encima, tratamos de dirigirlo contra el PSOE, pero siempre regresa contra nosotros, como un bumerán...».
Han puesto en marcha un aparatoso intento de desviar la antención de la opinión pública reconduciéndola hacia el bien conocido -y rentabilizado- terreno de la lucha antiterrorista, resucitando con gran boato su propuesta de cumplimiento íntegro de las condenas por delitos de terrorismo. Fiasco total. En primer lugar, porque es la enésima vez que le dan vueltas a esa hipótesis, dudosísimamente constitucional. En segundo término, porque la opinión publicada ha constatado que quieren rentabilizarla en exclusiva, sin pactarla con nadie, con lo que ha quedado catalogada de inmediato como maniobra partidista. En fin -y eso es lo fundamental-, porque al personal no le da la gana de dejar de hablar del chapapote.
Todo se vuelve contra ellos. Incluso su intento de manipular la solidaridad popular y ahorrarse el dinero utilizando la mano de obra gratuita de los voluntarios. Ahora esos voluntarios son miles y miles de jóvenes que, tras pasar unos días en Galicia deslomándose y sufriendo la incompetencia y la racanería de los poderes públicos, regresan a sus puntos de origen, por toda España, poniendo a parir al PP en todos sus escalones de mando: central, autonómico y local. Nadie hubiera podido imaginar un servicio de contrapropaganda más eficaz: todo el mundo sabe que esos miles de jóvenes no están movidos por intereses espurios; que se limitan a contar lo que han visto.
Vuelvo a la explicación que di hace ya semanas: la ventaja que tiene el fuel del Prestige -alguna debía de tener- es que es muy abundante, y va y viene, y es viscoso, y se pega a todo, y apesta. Si se les hubiera hundido un cargamento de hexafloruro de uranio, es harto probable que casi nadie hubiera movido un dedo: son cosas misteriosas, que corroen en silencio, en las que es difícil creer, que no sabemos cómo imaginarlas. Pero ésta pega el cante a base de bien.
Para mí que esta vez están pillados.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (29 de diciembre de 2002). Subido a "Desde Jamaica" el 17 de enero de 2018.