Estaba yo francamente preocupado por la frivolidad con la que los medios de Prensa españoles lanzan las más graves acusaciones contra todo Pichichi, según les viene en gana o conviene a sus fobias partidistas, inventándose a veces incluso la materia misma del reproche -ahí está la cosa ésa del «Estado libre asociado» de Ibarretxe, del que todo el mundo habla... menos Ibarretxe, que nunca ha propuesto nada semejante-, cuando una llamada telefónica me hizo recuperar mi perdida fe en el rigor profesional de los periodistas.
Sucedió tal cosa anteayer, después de que hubiera incluido en este Diario mi apunte sobre Fraga y la «autodefensa».
Me telefoneó mi buen amigo Gervasio Guzmán.
-Oye, Javier. Acabo de leer el apunte de tu Diario. Por el tono, me ha parecido que podías estar pensando en él como borrador para tu columna de mañana en El Mundo.
-Acertaste -le respondí.
-¡Pero no puedes defender tal cosa! -saltó.
-¿Qué cosa? -me sorprendí.
-Jodé, tío... Das a entender que Fraga está informado de los intentos de resucitar el Batallón Vasco Español...
-No exactamente. Señalo cuatro hechos, todos ellos constatables: uno, que él sabe muy bien qué fue y en qué consistió el Batallón Vasco Español; dos, que muestra comprensión hacia lo que hizo aquella gente, pintándolo como «una reacción natural de autodefensa»; tres, que él mismo ha pronosticado que algo como aquello va a reproducirse en Euskadi en los próximos tiempos; y, cuatro, que han empezado a circular amenazas firmadas por un sedicente «Nuevo Batallón Vasco Español».
-Ya... Pero, tal como lo presentas... Concluyes: «Y es que Fraga siempre ha sido un hombre muy bien informado». Eso equivale a una acusación. Y tú no tienes pruebas de que Fraga esté informado de lo que va a pasar.
-Y entonces, ¿a cuento de qué se muestra tan seguro de que va a suceder?
-Lo ignoro. Pero, insisto: tú no tienes pruebas de que esté al tanto.
-Hombre, claro. Si no, las llevaría al Juzgado de guardia más cercano.
-Pues eso. Es injusto que termines la columna con esa insinuación tan malévola. Tú, que tanto presumes de garantista...
-Anda, vaya... Y si me limitara a enunciar los hechos y dejara que quien los lea saque sus propias conclusiones, ¿no tendrías nada que objetar?
-No. Me parecería correcto.
-¿Y en caso contrario?
-En caso contrario consideraría muy lógico que se negaran a publicarte ese infundio.
Me entró un ataque de risa. Que él, que no ha movido ni una ceja ante la publicación de las acusaciones más estrafalarias e infundadas contra gente que no ha roto un plato en su vida, se inquiete porque yo insinúe que Fraga puede ser cómplice de una cosa que el propio patrón de la Xunta justifica... ¡tiene bemoles!
Pero, bueno, he de admitir que no puedo probar mis sospechas. Así que le hice caso y cambié la última frase de mi columna.
Seamos positivos: tal vez lo suyo sea un síntoma de que estamos asistiendo a un feliz regreso del garantismo periodístico, y yo no me había dado cuenta.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (14 de noviembre de 2002). Subido a "Desde Jamaica" el 17 de enero de 2018.
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