Trillo dice que el accidente de avión de Turquía se produjo por «un fallo humano». Va empeorando. Al principio dijo que la culpa la había tenido la niebla. Ésa sí que era una explicación bonita. Poética, incluso. Y muy castrense. En tiempos, si un soldado se caía por una ventana, se sancionaba a la ventana. Incluso podía ser condenada a desaparecer. La tapiaban, y asunto concluido. Y si un mulo daba una coz, se le arrestaba.
Esta vez las cosas habían comenzado inmejorablemente, gracias a él. Hubiéramos podido tener un proceso contra la niebla. ¡La niebla en el banquillo! Pero al final se ha arrepentido y ha decidido pasarse a lo del «fallo humano».
¿Qué es un fallo humano? Trillo nos ilustra al respecto con su misma explicación. Afirma que no cabrá determinar las causas del accidente hasta que concluya la investigación y, acto seguido, sostiene que el accidente se produjo por un «fallo humano». O sea: es incongruente. Eso es un fallo humano.
El accidente de tren de Chinchilla también fue culpa de «un fallo humano», según las autoridades. ¿Y lo fue? ¡Claro que lo fue! Decir de un accidente que se ha producido por un fallo humano -o por varios- es igual que no decir nada. Las máquinas no suelen tomar decisiones por su cuenta. Si fallan es porque alguien ha hecho lo que no debía, o porque alguien fabricó mal el aparato, o porque alguien no lo ha revisado con el cuidado que se requería, o porque el sistema de conjunto estaba mal concebido, o mal mantenido...
Presentar como explicación de un accidente que las personas se equivocan -nos equivocamos- es tomar el pelo al público. Desde los tiempos de la Roma Imperial sabemos que errare humanum est. Y, precisamente porque errar es humano, los sistemas deben prever hasta donde sea posible los yerros de quienes los utilizan. Lo cual implica, obviamente, un esfuerzo específico. Y el gasto correspondiente.
Digámoslo al revés: no tomar las precauciones necesarias (y posibles) excede la categoría de «error humano» para convertirse en negligencia. El Estado español podría usar aviones de transporte mejores que el de Turquía, pero no lo hace porque está ahorrando. Y porque ha elegido ahorrar en el capítulo de la seguridad. Punto uno.
Y punto dos: el Estado español tiene previstas desde hace años una serie de obras de mejora del tramo ferroviario Albacete-Murcia, pero no las ha llevado a cabo. Y no lo ha hecho, según Álvarez Cascos, por «problemas burocráticos». Pero no conozco ninguna maquinaria administrativa que se atasque cuando hay dinero suficiente para tenerla bien engrasada.
Hay desastres cuyos responsables no están necesariamente presentes en el lugar de los hechos. Hay presuntos «fallos humanos» que en realidad vienen de mucho antes. Por ejemplo, de cuando se fijó una determinada política presupuestaria y se prometieron parabienes a los funcionarios que más contribuyeran a que luego el jefe pueda presumir de lo bien que cumple los deberes y de cómo encajan las grandes cifras.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (5 de junio de 2003) y El Mundo (7 de junio de 2003). Hay algunos cambios, pero no son relevantes y hemos publicado aquí la versión del periódico. Subido a "Desde Jamaica" el 16 de junio de 2017.
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