Mikel Albizu y Soledad Iparragirre llevaban a su hijo a la escuela de Saint-Martin de Salies-de-Béarn, como si constituyeran una pareja cualquiera. Y asistían a las reuniones de padres, charlaban con los profesores, etcétera.
Recuerdo que, cuando ETA atentaba contra casas-cuartel de la Guardia Civil y mataba niños, echaba la culpa a los propios guardias acusándoles de «llevarse los hijos a la guerra». Antza y Anboto decidieron ser padres en plena guerra.
Lo comentaba ayer con un amigo.
-En los años más difíciles, cuando funcionábamos con papeles falsos -le dije-, descartábamos por completo tener hijos. Nosotros ya habíamos tenido a Ane, pero eso había sido en una época anterior, cuando todavía no estábamos fichados.
-Sí, pero vosotros teníais veintitantos años -me respondió-. Soledad Iparragirre, en cambio, era mayor. Probablemente sintió que estaba en esa edad en la que tenía que decidir: o era ya madre o tendría que desistir de serlo. Y ni ella ni Albizu estaban dispuestos a una renuncia como ésa.
-Es absurdo -seguí yo con lo mío-. Ellos tenían que saber muy bien que la Guardia Civil cuenta con cientos de agentes secretos que están instalados en Iparralde (*) de manera permanente. Se supone que, cuando no tienen nada más importante que hacer, lo lógico es que se dediquen a revisar uno por uno los expedientes de todos los vascos procedentes de este lado del Bidasoa que residen por los alrededores. Dejar un rastro tan llamativo, inscribiendo al crío en una escuela y dándose de alta en todos los organismos burocráticos imprescindibles para hacerlo, fue de una imprudencia supina por su parte.
Mi amigo volvió a la carga por el mismo lado de antes.
- Sigues sin considerar la importancia decisiva que ha tenido en su caso la edad. Se habían hecho mayores. Yo creo que les perdió el deseo de ser una pareja normal, con su hijo escolarizado, su relación con otros padres...
-Sí, y sus bombas, y sus pistolas, y sus misiles... -ironicé.
-Eso lo heredaron de cuando eran jóvenes -me respondió mi amigo sin vacilar-. Probablemente querían quitárselo de encima, pero no sabían como hacerlo sin claudicar.
-¿El factor humano, entonces? -le pregunté.
-El factor humano, efectivamente.
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(*) Iparralde («la parte del norte», en euskara) es como familiarmente se suele llamar en Euskadi al País Vasco situado dentro del ámbito territorial del Estado francés. La Policía española supervisa tanto el territorio vasco-francés como los departamentos vecinos.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (6 de octubre de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 17 de julio de 2017.
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