Hoy me he levantado también tarde. A partir de las 7, más o menos, he estado dormitando, disfrutando del calorcito de la cama, y oyendo la radio. Cada tanto, como se sabe, repiten las mismas noticias, con ligeras variaciones. Hoy, una de las variaciones ha sido el cambio de orden en la lectura de las noticias: a una locutora que no lograba leer las novedades sobre el entierro del príncipe Alfonso de Hohenlohe sin que le entrara la risa -lo cual, decididamente, no quedaba muy estético- le han quitado ese encargo.
Las revistas de prensa rara vez cambian, de modo que me he tragado media docena de veces la de hoy, en la que recogían sistemáticamente que Josep Lluís Carod Rovira ha declarado a La Razón: «España es un Estado antipático; queremos la independencia». Cada vez que lo oía, se me ocurrían más objeciones: España es más que un Estado, todos los estados son antipáticos, si Cataluña se hiciera independiente también sería un Estado, antipático, por ende...
Luego, cuando me he levantado, he mirado en Internet la entrevista en cuestión. El titular de La Razón no refleja bien el espíritu de las declaraciones de Carod Rovira. Esto es lo que él dijo, según aparece en el cuerpo de la entrevista: «Europa sólo entiende los estados, con lo cual no nos queda más salida que tener estado. Es decir, si el Estado que pagamos hace que para muchos catalanes no sea un estado útil, porque ni nos es útil desde el punto de vista del bienestar material y económico ni tampoco garantiza la expresión nacional de la cultura. Entonces queda claro que, como Estado, España no sirve para muchos catalanes ni para los intereses de Cataluña. Y si encima es un Estado poco amable con los catalanes porque te pone como sospechoso a cada instante, es un estado antipático, poco atractivo, que no nos deja otra salida que tener un Estado propio. Esto se ha acentuado, sobre todo, en la etapa del Sr. Aznar.»
Carod no dice que «España» sea antipática; lo dice del Estado y apunta claramente a la actitud propiciada por las autoridades centrales del Estado. Lo que cabría reprocharle al conseller en cap es que hable «del Estado» como si la Generalitat, de la que él es la segunda autoridad, no formara parte de la estructura del Estado. En rigor, él es en estos momentos la segunda autoridad del Estado español en Cataluña. Y las normas y leyes que hacen que el Estado no sea «útil» para muchos catalanes tanto en el plano social como en el cultural y nacional son normas y leyes acordadas -y a veces incluso promovidas- con los votos parlamentarios de la federación de partidos gobernante en la Generalitat hasta su propia llegada. Dicho de otro modo: el Estado español no es ese «Madrid» abstracto, ese «Madrid» ente de maldad del que a veces se habla en Cataluña (y en Euskadi, y en Galicia, y en Andalucía, y en Valencia, y en Canarias... y en casi todo los puntos geográficos que no son Madrid), sino un entramado de gestión, administrativo, auxiliar y represivo, que se alimenta de personajes de muy diversa procedencia y que extiende sus tentáculos por el conjunto del territorio, donde nutre no pocos partidos... y a no pocos partidarios locales.
Por lo demás, la frase de Carod Rovira recogida en el titular de La Razón no tiene ni por asomo la extravagancia y espectacularidad que se le trata de dar. Como suele ocurrir con tanta frecuencia en los periódicos... de Madrid.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (22 de diciembre de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 8 de diciembre de 2017.
Comentar