Quieren modificar la vigente Ley de Extranjería porque dicen que tiene un efecto llamada, o sea, que incita a la inmigración ilegal. Pero, acto seguido, afirman que los africanos que se están metiendo por cientos en pateras estos días para cruzar el Estrecho han sido engañados, porque, por mucho que llegaran a España y burlaran la vigilancia policial, la Ley no les dejaría regularizar su situación. No de modo automático, al menos.
Luego el problema principal no está en la Ley.
A cambio, no dicen -aunque lo saben muy bien- que por donde entran a diario más inmigrantes a España no es por el Estrecho, sino por la frontera con Francia. Vienen con sus papeles perfectamente en regla, obtenidos en Alemania hace años, cuando la RFA abrió de par en par sus puertas al Este para aumentar allí su influencia. Ahora ya no están a gusto en Alemania, porque les están retirando todas las ayudas, y se vienen para aquí.
El mayor efecto llamada que existe en la actualidad es el que se deriva de la libre circulación de personas dentro de la UE. Pero, como eso no tiene remedio, se lo callan.
En realidad, nada tiene remedio.
Ahora, el Ministerio del Interior está instalando unos aparatitos la mar de precisos, que van a permitir la localización inmediata de todas las pateras que se acerquen a la costa española, de modo que, según lleguen, allí estará la policía para detener a los inmigrantes fallidos y devolverlos a su origen.
Vale, pues yo, sin ser profeta, les aseguro que, si no pueden entrar en Europa de ese modo, lo harán de otro. Y si no les cabe desembarcar en la costa de Cádiz, o de Málaga, o de Almería, o de Lanzarote, vendrán por Castellón, o por Asturias. O por Italia. O por Bretaña. O por Holanda, si no les queda otro remedio.
El contraste entre la miseria de casi todo el continente africano y la opulencia de Europa es tan brutal, y su exhibición televisiva tan impúdica -y tan falsaria: allí sólo ven la cara más adinerada de la realidad comunitaria-, que no hace falta que ningún traficante los engañe. Aquellos que tengan más medios, más educación y más espíritu emprendedor -porque ésos son los que viajan: los otros se quedan en su pueblo, a morirse de hambre y de tristeza- seguirán emprendiendo la aventura.
Pónganles las dificultades que quieran. Vigilen palmo a palmo todas las costas y fronteras. Lo seguirán intentando.
No es la Ley de Extranjería la que provoca el efecto llamada. El efecto llamada es Europa.
¿Solución? Tal como están las cosas, en su tierra y en la nuestra, no creo que haya ninguna.
Javier Ortiz. El Mundo (26 de julio de 2000). Subido a "Desde Jamaica" el 30 de julio de 2012.
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