El portavoz del Gobierno, Eduardo Zaplana, ha pedido a los medios de comunicación que adopten «una posición beligerante» ante el tripartito que se dispone a asumir el mando de la Generalitat.
Me consta que la práctica totalidad de los lectores de El Mundo tiene un conocimiento exhaustivo de la lengua castellana pero, en atención a los extranjeros que se ejercitan en el uso de nuestro idioma mediante la lectura de este diario, aclararé que el adjetivo «beligerante» equivale a «contendiente» y se aplica, según precisa muy bien doña María Moliner, «a quien está en guerra con otro».
¿Y por qué convoca Zaplana a los medios de comunicación a lanzarse al combate contra el nonato Gobierno de Cataluña?
Según él, porque la alianza que le sirve de base «produce inquietud».
Veamos. Sabemos que el ministro portavoz no es libertario (nunca le hemos notado la menor veleidad al respecto); deducimos que, en consecuencia, desea que Cataluña tenga un Gobierno (alguno), y damos también por hecho que conoce el resultado de las elecciones autonómicas. Sobre tales bases, ¿por qué no aclara qué coalición de las posibles no le habría resultado inquietante? Descartada la presencia en el Govern del PP catalán, inhábil a tantos efectos, ¿qué habría deseado? ¿Que se asociaran CiU y el PSC? Se niegan. ¿Entonces?
Daré la respuesta que el ministro calla: los aznaristas habrían preferido que se aliaran CiU y ERC. Obviamente no porque les caigan bien los gobiernos nacionalistas, sino porque un pacto CiU-ERC le habría resultado fácilmente demonizable y reductible al esquema general de su política: ellos como la única fuerza capaz de oponerse a la anti-España, y el PSOE, de cero a la izquierda. Ideal para convertir las próximas elecciones generales en una liza maniquea y asegurarse otros cuatro años de cómodo dominio en el Parlamento central.
Para quienes deseamos que se revitalice y oxigene la política española, esclerotizada y simplificada hasta la caricatura, la formación del Gobierno tripartito catalán se presenta como el posible desencadenante de un efecto dominó.
Antes no he citado completa la frase beligerante de Zaplana. El ministro afirmó que, además de «inquietud», la alianza PSC-ERC-IC produce «inestabilidad en el futuro». Ésa es, sin duda, su verdadera preocupación: que la nueva realidad política catalana mueva las piezas del tablero, que anime al PSOE a seguir un rumbo menos sumiso al PP en los llamados «asuntos de Estado», que le incite a acercarse a IU y a los nacionalistas de progreso, como los llaman ahora, y que demuestre que es posible gobernar de manera mucho más social y solidaria en muy variados terrenos, incluyendo la protección del medio ambiente, la vivienda y la inmigración.
El PP quisiera inmovilizar la realidad. Pero ya lo ve: Eppur si muove!
Javier Ortiz. El Mundo (13 de diciembre de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 15 de abril de 2018.
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