La noticia es buena, y esperanzadora: el IRA ha anunciado el comienzo de la destrucción de su arsenal. Así lo han confirmado los miembros de la Comisión Internacional de Desarme, que han reconocido que las cantidades ya inutilizadas «son sustanciosas».
Se trata de un gesto destinado a mostrar la firme voluntad del IRA de permitir al Sinn Fein que lleve adelante y concluya el proceso de pacificación de Irlanda. Y es también un modo de desbloquear las conversaciones de paz, paralizadas por la exigencia de desarme planteada por los grupos unionistas, pese a que ese punto no figuraba en los acuerdos de Viernes Santo que, por otra parte, el IRA no firmó..
Lo que este gesto no significa -en contra de lo que están afirmando bastantes comentaristas- es la renuncia definitiva del IRA a las armas. Primero, porque nadie podrá certificar que han sido destruidos todos los arsenales de la organización (doy por descontado que se reservarán algunas armas y explosivos). Y segundo, porque lo que el IRA no va a hacer es destruir sus reservas de dinero, y tiene el suficiente conocimiento del mercado negro mundial de armas como para reconstruir su arsenal en cuanto lo desee.
Estamos, en consecuencia, ante un gesto políticamente muy importante, y de gran contenido simbólico, pero no definitivo. Por lo demás, es lógico que así sea, porque si el IRA desapareciera, ¿con que bazas negociaría el Sinn Fein? Toda negociación implica un do ut des, un «te doy para que me des». Lo que lleva implícito un «si yo te doy y tú no me das, te retiro lo que te había dado».
Otro punto sobre el que conviene no engañarse en relación a este nuevo impulso del proceso de paz irlandés: sus posibilidades de servir como ejemplo para Euskadi.
Se suelen subrayar siempre las diferencias que hay entre el binomio Sinn Fein-IRA y su teórico equivalente vasco, Batasuna-ETA. Esas diferencias existen. La principal es, como se sabe, que en Irlanda la voz cantante la llevan los políticos -lo sucedido ayer lo confirma una vez más-, en tanto que en Euskadi es la organización militar la que manda. Yo añadiría que otra diferencia clave, derivada de la anterior, es que en Euskadi las condiciones materiales para la maduración política de quienes tienen cogida por el mango la sartén del movimiento son muy malas: cada dos por tres cambia el equipo dirigente; cada dos por tres se hace con el mando gente nueva, sin apenas experiencia política.
Pero no es ésa la única diferencia clave que hay entre el proceso irlandés y el magma vasco. Otra, no menor, es que al frente del Estado británico hay dirigentes dispuestos a buscar la paz por la vía de la negociación entre las fuerzas políticas de uno y otro signo, en tanto los gobernantes españoles cifran sus esperanzas en el enfrentamiento no ya con la organización armada, sino con el conjunto de las fuerzas nacionalistas vascas, incluidas las que no han practicado jamás el terrorismo (cosa que no puede decirse del Estado español).
Siente uno la tentación de decir que por esa vía no se va a ningún lado, pero es falso, porque siempre se va a algún lado: lo que se estanca se pudre.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (24 de octubre de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 22 de junio de 2017.
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