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2004/02/29 06:00:00 GMT+1

El deporte sin ley

«Y eso, ¿no ha sido penalti?», pregunta el uno. «Hombre, con el Reglamento en la mano, sí. Pero es que, si los árbitros pitaran esos penaltis, entonces habría veinte por partido», responde el otro.

«¡Esa entrada es de tarjeta amarilla!», clama el uno. «¡No, por Dios!», responde el otro. «¿No te das cuenta de que si el árbitro pone el listón tan bajo, acaban el partido seis contra seis?»

O bien: «¡Qué choque! ¡Cómo han entrado los dos, con la plantilla por delante! Deberían irse ambos a la calle». Y como respuesta: «Es que, si el árbitro se pone así, se carga el partido.»

Diálogos de ese tenor salpican todas las retransmisiones de fútbol.

Se alternan con otros del estilo de: «El árbitro tiene que dosificar las tarjetas. ¡No puede empezar el partido enseñando tres!».

Por lo visto da igual lo que ocurra en el campo. No puede, y ya está.

Todo pichichi en el mundo del fútbol da por hecho que el Reglamento es inaplicable. Según los enterados, no se puede sancionar con falta todo lo que la ley del fútbol determina que es falta, porque la competición se hundiría. Entonces, cuanto sucede en cada partido queda al albur de un juez que, como sabe que tiene que dosificar la aplicación de la ley -ahora sí, ahora no-, está obligado a hacer lo que le dicta su personal entender. Un personal entender que, subjetivo por definición, tiene muchas posibilidades de no ser igualitario.

De ese modo, la bronca está asegurada. Tómese como ejemplo el celebérrimo penalti del partido Real Madrid-Valencia. ¿Fue penalti, no fue penalti? Defienda usted cualquiera de las dos posturas, que con cualquiera de las dos tendrá razón.

«¡Es la salsa del fútbol!», dicen algunos irresponsables. Sí; también la ruleta rusa resulta la mar de emocionante.

No ya un deporte: cualquier actividad social que no esté regulada por leyes aceptablemente unívocas está abocada a conflicto irresolubles. Y si se trata de una actividad social en la que se juegan enormes cantidades de dinero, más.

Lo del fútbol es digno de estudio. De un lado, tiene un Reglamento inaplicable, con lo que todo queda pendiente del albur arbitral. Del otro, se apoya en un sistema arbitral extremadamente primitivo, con un solo árbitro principal, que ha de controlar lo que ocurre en una enorme extensión de terreno, con unos auxiliares a los que se les reclama la proeza de ver a la vez cuándo un jugador envía el balón y dónde está el jugador que puede recibirlo, aunque entre el uno y el otro haya cien metros de distancia... Etc., etc.

La práctica totalidad de los demás deportes de competición han ido mejorando sus reglamentos y sus sistemas arbitrales. El fútbol, que es el que pone más dinero en juego, sigue, en lo esencial, anclado en las normas fijadas en sus remotos orígenes. ¿Por qué?

Creo que la clave del misterio la he apuntado antes, cuando he escrito: «De ese modo, la bronca está asegurada».

Javier Ortiz. Apuntes del natural (29 de febrero de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 12 de mayo de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/02/29 06:00:00 GMT+1
Etiquetas: apuntes 2004 fútbol | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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