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2003/08/13 07:00:00 GMT+2

El coste de la costa

Me acerqué ayer a la costa, cerca de Denia, a comer con unos amigos.

Como no frecuento demasiado el mar, pensé en darme un baño previo al arroz de turno. Calculé el tiempo que tardaría en llegar y salí con amplio margen.

Iluso. Hecho el tramo correspondiente de autopista y llegado a la salida de Denia, me introduje en el vía crucis. Es decir, en la caravana. Dos metros, parar; un metro, parar; otros dos metros, parar...

Hasta Denia, un siglo. Desde Denia al punto de la cita, otro.

Cuando llegué, ni baño ni gaitas. Era ya la hora de comer.

El regreso fue todavía peor. Para no atravesar de nuevo Denia, opté por tomar la carretera de la costa: larga, con curvas peligrosas y frecuentada por bastantes conductores de dudosa sobriedad.

¿Diagnóstico? Elemental: toda esa zona hace tiempo que ha rebasado su nivel de saturación. No existen -no podrían existir- infraestructuras capaces de soportar tal riada humana. Ni en Denia ni en toda la Costa Blanca. Ni en toda la costa mediterránea.

Falla todo. No hay sitio para aparcar tanto coche; no hay agua para abastecer tanta ducha, llenar tanta piscina y regar tanto césped y tantos campos de golf; no hay medios sanitarios para atender tal cantidad de población flotante; no hay servicios de limpieza para recoger y reciclar tan increíble volumen de basura; no hay red eléctrica que soporte tantos aparatos de aire acondicionado... Y no hay residentes fijos capaces de costear con sus impuestos municipios tan caóticos.

Los problemas están claros. Las soluciones, en absoluto.

Se ha desarrollado un modelo de expansión turística que se basa en la cantidad: más, más y más veraneantes. La ventaja es obvia: se han democratizado las vacaciones. La prueba más completa y chirriante la ofrece Benidorm, con sus rascacielos espantosos y sus playas atestadas.

La patronal de la Costa Azul se burla del modelo del Mediterráneo español: «Con una afluencia de turistas 100 veces menor, nosotros logramos ingresos comparativamente muy superiores», dicen. Y es cierto. Pero -dejando a un lado que sea un poco tarde para convertir El Campello en una réplica de Cannes-, está por ver que la Costa Azul sea un modelo válido. Todo está cuidadísimo, pero carísimo. Lo disfrutan cuatro.

¿Tratar de rectificar la querencia? ¿Poner trabas a los operadores turísticos que mueven muchísimo dinero, pero que se llevan mucho más del que dejan? ¿Intentar la diversificación del modelo? ¿Convencer a una parte de la población española de que la montaña está muy bien y es muy sana? ¿Convencer a los alemanes y escandinavos de que el Norte también existe?

No sé cuál es la solución.

Es una manía muy humana, tan enternecedora como absurda, la de creer que todos los males tienen remedio.

Ojalá me equivoque, pero para mí que la costa mediterránea ya no tiene remedio.

Javier Ortiz. El Mundo (13 de agosto de 2003). Subido  a "Desde Jamaica" el 9 de abril de 2018.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2003/08/13 07:00:00 GMT+2
Etiquetas: 2003 denia el_mundo turismo | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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