Entrevistan a Rodrigo Rato, que asiste en Nueva York a la Cumbre de Davos (la llaman así, aunque se haya desplazado para la ocasión), y le preguntan qué opina de la reunión internacional de Porto Alegre. El vicepresidente de Aznar contesta muy suavemente que se trata de un encuentro interesantísimo al que acuden pensadores de gran valía y cuyas conclusiones habrá que estudiar con mucho detenimiento, porque nadie está en posesión de toda la verdad, las realidades son muy complejas («Si no, no tendríamos problemas: los solucionaríamos sobre la marcha») y es necesario tener en cuenta todas las aportaciones inteligentes.
Me inquieta.
En general, prefiero enfrentarme a gente tosca, como Aznar, u obcecada, como Mayor Oreja, o evidentemente desaprensiva, como Rajoy. Cuando veo que el bando opuesto puede acabar siendo dirigido por tipos sutiles y florentinos, me alarmo.
Hay gente que me dice: «Rato será todo lo de derechas que quieras, pero es inteligente». Y yo contesto: «¿Y estáis seguros de que eso es mejor?».
No dudo de que sea mucho más interesante jugar al ajedrez contra un maestro que contra un principiante. Pero cuando lo que uno quiere es ganar, y cuanto antes mejor, el principiante resulta muy preferible.
Mi candidato para la sucesión de Aznar es Mayor Oreja. Ya le he visto dirigir una campaña electoral y sus métodos me infunden una gran confianza. Mayor Oreja es garantía de fracaso.
El PSOE no se equivoca: hace bien en ir a por Rato. Necesita neutralizarlo, y cuanto antes mejor.
Sobre todo teniendo en cuenta la categoría de su propio candidato.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (3 de febrero de 2002). Subido a "Desde Jamaica" el 1 de marzo de 2017.
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