En vísperas de las elecciones nicaragüenses de 1990, un reportero de TVE entrevistó a Tomás Borge, por entonces ministro del Interior del Gobierno nacido de la Revolución sandinista de 1979. Le preguntó qué harían él y los suyos si perdieran las elecciones. Respuesta: «No vamos a perderlas». El periodista insistió: «¿No han dispuesto nada para esa eventualidad?». Contestación del dirigente del FSLN: «No hemos preparado nada para ese supuesto porque no hace falta: es totalmente imposible que se produzca».
Los sandinistas fueron derrotados en las urnas. La coalición de opositores obtuvo el 55% de los votos y ellos desalojaron el Gobierno sin oponer resistencia.
Todo el mundo alabó su buen perder. Pero lo suyo -creo yo- no demostró que supieran perder. Una cosa es encajar con elegancia los reveses y otra saber perder, en sentido estricto. Para saber perder, lo primero que debe hacer uno es contar con que ese riesgo existe, por improbable que parezca. Acto seguido, ha de planificar con todo detalle los pasos que daría, en todos los terrenos, caso de sobrevenirle la desgracia, para minimizar las pérdidas y situarse lo antes posible en condiciones de reemprender el combate.
Tiendo a pensar que Borge fue sincero cuando dijo que no habían tomado en consideración la posibilidad de perder. O no lo hicieron o lo hicieron muy poco y muy mal. De hecho, la derrota dejó al FSLN groggy, abocado a una grave crisis política y moral.
Por aquel entonces, Tomás Borge se declaraba marxista. Pero no creo que eso tenga nada que ver. Ho Chi-Minh, que también se decía marxista, actuaba conforme a criterios muy diferentes, si es que no opuestos. El líder vietnamita tenía una divisa fundamental: «Siempre preparados para lo peor».
Según me dice el humanista y politólogo Xosé Luis Barreiro, que sabe de lo que habla -y de los que habla-, muchos de los dislates que están cometiendo los dirigentes del PP desde el 14-M se deben a que la derrota les cogió totalmente por sorpresa. No se la esperaban de ningún modo. Creo que, en efecto, el problema de Aznar, Rajoy, Zaplana, Acebes y compañía es que no han sabido perder. En ninguno de los dos sentidos: ni han acertado a encajar la derrota con el fair play que conviene al caso ni fueron capaces de abandonar el Poder del modo ordenado y sereno que les hubiera convenido.
De haber sabido ordenar su retirada, habrían dejado mejor recuerdo... y muchos menos papeles comprometedores. No se verían en aprietos como el del lobby de la medalla de Aznar, incluyendo sus abochornantes facturas maquilladas. Ese tipo de cosas habrían abandonado para siempre la carpeta de pendientes.
Saber perder no es sólo cuestión de talante. Implica seguir un plan que incluye la adopción de muchas precauciones.
Me temo que el PP esté empezando a comprenderlo ahora. Algo tarde, me temo.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (27 de julio de 2004) y El Mundo (28 de julio de 2004), salvo la nota, la cual sólo apareció en el apunte. Hemos publicado la versión del periódico. Subido a "Desde Jamaica" el 18 de junio de 2017.
Un par de patas.- De banco, en concreto, y fresquitas. Ambas del noticiero local de Radio Alicante, Cadena Ser. Primera, de anoche: «Fueron socorridas dos personas que hacían la travesía Denia-Ibiza después de hundirse su barco». ¡Gente emprendedora y audaz, vive Dios! Se les hunde el barco y, en lugar de esforzarse por ganar la costa, ¡se ponen a hacer a nado la travesía Denia-Ibiza!
Otra, de hoy al mediodía: «La Audiencia ha rebajado la indemnización que el Juzgado de Primera Instancia había asignado a la mujer y su hijo tras ser maltratados en aplicación de la vigente legislación». ¿Discutirá ahora alguien que es urgente reformar las leyes?
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