De entre los oficios políticos, el de alcalde es sin duda el más cómodo y rentable. A nada que uno se gaste el dinero disponible con cierta sensatez, emprenda algunas obras vistosas que hagan lucir la imagen de la urbe, cree unos cuantos servicios sociales nuevos, preste atención a las infraestructuras y exhiba un estilo afable, abierto y poco conflictivo tiene asegurada la popularidad... y la reelección. No hay más que ver la elevadísima tasa de alcaldes carismáticos que registra España. Y no hay más que verlos a ellos. Es evidente que, en el mercadillo político, el carisma municipal se vende barato.
Por eso tiene tantos bemoles lo del alcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano. El hombre no crea los jardines que debe -si lo sabré yo, que tengo delante de mi vivienda, en pleno Madrid, un hermoso espacio teóricamente verde que lleva años dedicado a aparcamiento ilegal de coches y ocasional almacén de cascotes urbanos-, pero a cambio se mete en unos jardines mentales de aúpa.
Anteayer se puso a ejercer de sociólogo improvisado y afirmó que «se produce más violencia en el seno de las uniones de hecho que en el seno de las uniones matrimoniales».
¿De dónde se sacó eso? Ni idea. Ayer se enteró de que la verdad es exactamente la contraria (lo cual tiene su lógica: cuanto más hay que romper, más eventualmente traumática es la ruptura) y se salió por peteneras, diciendo que había sido malinterpretado. No hubo mala interpretación alguna: tenía ganas de echarse un mitin contra las llamadas «uniones de hecho» y lo hizo. Porque él es así: alegre y espontáneamente carca. En lugar de preocuparse de crear centros municipales de acogida para las mujeres maltratadas, se dedica a hacer publicidad de las vicarías.
De las muchas declaraciones que provocó la singular pata de banco del alcalde capitalino, la que más me llamó la atención fue la de Angel Pérez, portavoz de IU en la Asamblea de Madrid. Pérez invitó a la ciudadanía madrileña a no ser «tan bromista» y a elegir en las próximas elecciones a «un alcalde de verdad».
Vista así la cosa, parece hasta graciosa. Pero la realidad no lo es. Madrid tiene un alcalde como éste porque el PP, pese a ser capaz de las peores tropelías -sin ir más lejos, la de dar alas a mamelucos beatones como éste-, cuenta con el respaldo de la mayoría de los votantes madrileños. Y cuenta con él porque el PSOE e IU se han ganado a pulso, error tras error, su posición de minoría.
Álvarez del Manzano suele decir que él es el alcalde de todos. No sabe hasta qué punto acierta. Es el alcalde de todos ellos.
Javier Ortiz. El Mundo (3 de junio de 2000). Subido a "Desde Jamaica" el 3 de junio de 2012.
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