Pongamos que las pruebas científicas de ADN de la saliva contenida en los filtros de cigarrillo encontrados junto a los cadáveres de Sonia Carabantes y Rocío Wanninkhof demuestren que la persona que fue acusada y condenada en juicio con jurado popular por la muerte de esta última, Dolores Vázquez, no pudo ser la asesina. ¿En qué lugar quedarán entonces el jurado y los jueces que respaldaron la condena? ¿En qué lugar los familiares de Rocío Wanninkhof, que se han referido siempre a Dolores Vázquez como «la asesina», sin esperar al término del procedimiento judicial? ¿En qué lugar esas turbas vecinales que se agolpaban para insultar a la acusada y para reclamar su severa condena?
Pongamos –insisto en el condicional, porque no tengo elementos para plantearlo como certeza– que se demuestra que Dolores Vázquez es inocente. ¿Qué dirán todos los medios de comunicación que no respetaron la presunción de inocencia de la detenida? La frivolidad periodística se ha convertido en un vicio: ayer hubo diarios que se refirieron al cantante vasco Fermin Muguruza presentándolo como condenado por la Audiencia de San Sebastián por un delito de injurias contra Rodríguez Galindo... y obviando el detalle de que el Tribunal Supremo anuló esa condena.
Pero no olvidemos, de todos modos, que la moneda tiene otra cara: por aquí hay algunos casos en los que alguien pone los medios para que se rectifiquen los errores judiciales. Y no me refiero, en el caso de los crímenes de Málaga, a la Audiencia Provincial que obligó a repetir el juicio de Dolores Vázquez –que algo fue–, sino, sobre todo, a los análisis comparativos del ADN contenido en los filtros de las dos colillas. En Estados Unidos los jueces sólo ordenan que se realicen pruebas de ADN cuando el acusado las paga de su bolsillo. El otro día escuché que, por culpa de ello, un hombre ha pasado 15 años en la cárcel, pagando por un crimen que no cometió. Enterado el juez de la que había montado, se limitó a decir: «Pues lo siento». Me quedó la duda de qué era lo que sentía: si que el hombre hubiera pasado 15 años en la cárcel por su culpa o que se hubiera demostrado que él había condenado a un inocente.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (2 de septiembre de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 18 de octubre de 2017.
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