No deben de quedar en los periódicos de ahora muchos excombatientes de las revueltas estudiantiles de hace tres décadas, por más que la mayoría de los periodistas veteranos se den aires de ser «de los del 68». Si realmente hubieran participado en aquellas luchas, no les parecería noticia que los cócteles molotov usados en la actual kale borroka contengan ácido. Porque el cóctel molotov propiamente dicho ha contenido siempre ácido. De hecho, se llama cóctel por eso: porque no se compone sólo de gasolina, sino de una mezcla de gasolina y ácido sulfúrico.
No creo que algo así pudiera ocurrir, por ejemplo, en la Prensa francesa, algunos de cuyos popes actuales fueron destacados dirigentes del movimiento de Mayo del 68 en Francia. Es el caso, muy destacado, de Serge July, director de Libération. Durante aquellos sucesos -en los que yo no participé: llegué a París en el 70-, circuló profusamente un manual de lucha callejera que incluía la fórmula más diabólica de cóctel molotov, con una variable que lo convertía, en la práctica, en napalm. No la mencionaré, porque no quisiera proporcionar información susceptible de ser mal utilizada, pero sí diré que era terrible, porque hacía que la gasolina y el ácido, cuando ardían, se colaran rápidamente por cualquier rendija. Cientos de copias de ese manual incendiario -dicho sea en todos los posibles sentidos de la palabra- circularon por todas las organizaciones estudiantiles radicales de Europa occidental. Y sus instrucciones fueron seguidas al pie de la letra en muchísimas manifestaciones.
Cito el asunto para llamar la atención sobre una de las muestras más acabadas de hipocresía que comporta la actual ideología dominante, que se las arregla para, a la vez, rodear de un halo de romanticismo los movimientos del 68 y condenar sin paliativo alguno las luchas callejeras juveniles de hoy. ¿Con qué materiales creerán los mitificadores del Mayo francés que hacían los estudiantes del Barrio Latino sus barricadas? ¿Se piensan que las levantaban a base de pavés? Quiá. Usaban coches que los ciudadanos habían aparcado en la zona con la esperanza de recuperarlos a la mañana siguiente, añadiéndoles muebles y artilugios obtenidos mediante el pillaje de las tiendas de los alrededores. Así de cruda era la cosa.
Ahora se dice que aquello fue «un combate por la utopía» pero, en su día, la gente de orden lo calificó -puedo certificarlo- con bastante menos benevolencia.
Hay muchas diferencias entre las revueltas juveniles radicales de aquel tiempo y las luchas callejeras del presente. Sin duda. Pero están en otros factores. Que nadie se piense que aquellas rebeliones fueron más amables y respetuosas que las de ahora.
Javier Ortiz. El Mundo (8 de agosto de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 9 de septiembre de 2011.
Comentarios
¿Qué tal por Jamaica?
Escrito por: Andrés 3.0.2011/08/10 10:35:39.130000 GMT+2