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2001/01/02 06:00:00 GMT+1

2001

Todos nos hemos acordado estos días de la película de Stanley Kubrick, 2001, odisea del espacio. Una película que, por cierto, nunca he sabido de qué iba -en el supuesto de que fuera de algo-, y cuyo éxito espectacular de crítica tampoco he logrado entender jamás.

Pero no es de los valores cinematográficos de esa cinta de lo que quería hablar hoy, sino de sus predicciones ambientales. Kubrick dibujó un mundo que, hechas las cuentas, se parece muy poco a éste que acaba de entrar en el siglo XXI. Le atribuyó un desarrollo tecnológico no sólo muy superior, sino también diferente, orientado por otras vías.

Lo cual no creo que le sea reprochable al director de Spartacus y Dr. Strangelove -dos excelentísimas películas, dicho sea para compensar-. Lo cierto es que los humanos, en materia de vaticinios, siempre hemos sido un desastre. No hablo ya del 1984, de Orwell, que fue más una parábola política con fines preventivos que un intento de profetizar nada, sino de los muchos esfuerzos que se han hecho a lo largo del tiempo para imaginar el futuro, desde el Apocalipsis de San Juan -gran pieza literaria- en adelante. Tengo en mi poder un voluminoso libro que editó la Academia de Ciencias de la URSS a finales de los 60. Se titula El mundo y el hombre en el siglo XXI y reúne sesudos ensayos científicos sobre muy diversos campos. Decir que no da ni una sería exagerado, pero la verdad es que da muy pocas. Los fallos derrotan a las dianas de manera abrumadora . Lo primero que los estudiosos de la Academia de Ciencias de la URSS no supieron prever es que en el siglo XXI no existirían ya ni la Academia de Ciencias de la URSS ni la propia URSS. Puesto que se pretendían marxistas y leninistas, deberían haber aprendido de la experiencia de sus mentores, que fracasaron del modo más estrepitoso cada vez que se animaron a imaginar el porvenir de la Humanidad.

La dificultad principal que encierra la previsión del futuro es que no tenemos más remedio que elaborarla a partir de los materiales que nos ofrece la realidad del presente. Pero la realidad está en constante cambio: unos factores pierden vigor o desaparecen y otros emergen y se desarrollan. Por un lado, son demasiados: es imposible tenerlos todos en cuenta. Por otro, estamos demasiado condicionados por nuestros deseos y nuestros temores: tendemos a proyectarlos en nuestras previsiones. Es lo que les sucede a los orates de la globalización patrocinados por el FMI, el Banco Mundial, la OCDE y demás: sus informes predictivos no dibujan el futuro; se limitan a expresar lo que a ellos les gustaría que ocurriera. Por eso se equivocan una y otra vez. Lo curioso es lo poco que eso les afecta. Vuelven a la carga de inmediato con idéntico entusiasmo... e idéntica suficiencia.

En un punto, de todos modos, hay que reconocer que acertó de pleno el 2001 de Kubrick: predijo que habría ordenadores que se volverían locos y que se pondrían a hacer por su cuenta lo que les diera la gana. En eso dio totalmente en el clavo. Yo ya he tenido varios así.

Javier Ortiz. Diario de un resentido social (2 de enero de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 4 de enero de 2012.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2001/01/02 06:00:00 GMT+1
Etiquetas: cine diario urss 2001 fmi globalización kubrick preantología banco_mundial | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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