Cifré de antemano mi propio objetivo para la huelga: que Aznar se llevara un buen bofetón, a ver si se le bajan los humos. No sé se le bajarán los humos, pero el bofetón ya se lo ha llevado.
Y le ha escocido, es evidente. La prueba es que él se quedó a la sombra para no desgastar aún más su imagen. Mandó salir al albero a los mejores peones de su cuadrilla (Rato, Rajoy, Arenas) y ordenó que se quedara tras el burladero quien, en teoría y en su ausencia, debería haber tomado los trastos: el ministro de Trabajo. A los dos vicepresidentes y al secretario general del partido les tocó lidiar el bicho. Y menuda faena hicieron, bajonazo incluido. Qué apabullante compendio de chapuzas.
Durante los últimos seis años, Aznar ha venido paseándose por todos los foros internacionales exhibiendo, más presumido que un pavo real, su habilidad para aplicar las recetas ultraortodoxas del neoliberalismo sin tener que asumir a cambio ningún coste social: oposición neutralizada, sindicatos domesticados... Anteayer se dejó las plumas en la pelea. Se acabó el pavoneo. Ahora, cada vez que empiece a soltar su rollo aquí o allá, verá la mirada sardónica de sus colegas. Que les cuente a ellos eso de que el paro tuvo «un seguimiento muy minoritario» y que «no alteró la vida ciudadana»: los medios de comunicación de sus propios países se han encargado de pormenorizarles lo contrario. «España queda paralizada por su primera huelga general en ocho años», resumió la CNN. «Manifestaciones gigantescas: España, al ralentí», fueron los titulares de la Agencia France Presse. Lo han vapuleado urbi et orbi.
La protesta fue masiva, y eso lo sabe todo el mundo, él incluido. Babia será la comarca de las nubes, pero también está en España.
A mí me bastó asomarme a la ventana para comprobarlo, y no vivo en ningún núcleo industrial, sino en el centro de Madrid: mucha menos circulación rodada que cualquier día; ningún autobús; el Centro de Salud de enfrente, muerto de asco; unos comercios cerrados y los abiertos, sin clientela... Seguí por radio e Internet las noticias locales. El panorama era semejante, o todavía más contundente, en todas partes: en Cataluña, en Andalucía, en el País Valenciano, en Asturias, en Extremadura, en Canarias...
Sólo una realidad alteró el panorama colectivo: la huelga partida de Euskadi. De haberse unido todos los huelguistas en un solo día, el paro habría rondado el 100 %. Pero allí está visto que la división tiene que abarcarlo todo.
Qué curioso: esta vez no he escuchado que el PP haya reprochado nada a los nacionalistas.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (21 de junio de 2002) y El Mundo (22 de junio de 2002). Hay algunos cambios, pero no son relevantes y hemos publicado la versión del periódico. En el diario el título fue El 20-J, mientras que en el periódico tituló El bofetón del 20-J. Subido a "Desde Jamaica" el 1 de mayo de 2017.
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