Disparate de presentación del Diario de un resentido social, ayer en la FNAC de Madrid. Hacía bastante que no me reía tan a gusto subido a una tribuna pública. Nacho Moreno y Julio Rey disparataron cuanto les dio la gana hablando sobre lo que les dio la gana -sólo ocasionalmente sobre mi libro, lo que motivó mis protestas tipo Umbral- y el público, aunque al principio un tanto desconcertado, acabó riendo también a gusto.
De las muchas paridas que dijo Julio Rey -que hasta contó un chiste espantoso* y echó la bronca al personal por reírse, porque él quería perorar en ese momento sobre los chistes que no tienen ni puñetera gracia-, hubo una que no lo fue en absoluto. Comentó que, cuando yo estaba en el periódico, le animaba a analizar los asuntos de Euskadi de manera menos simplista. Y eso es verdad. Recuerdo las muchas horas que metí -bien a gusto, por cierto- con él, lo mismo que con Nacho, para intentar que los chistes de Ricardo & Nacho y Gallego y Rey del día siguiente no cayeran en los tópicos simplones al uso sobre Arzalluz, el etarra encapuchado, el vasco con la piedra al hombro, etcétera. Hace año y medio que no recalo por allí y me da que se nota.
Pero es que es verdad que las cosas de Euskadi son difíciles de seguir -no digamos ya de entender- por quien las ve de lejos y, encima, tiene que interpretarlas con los elementos de juicio que le proporcionan los medios informativos con sede en Madrid.
Un ejemplo: la imagen de ayer -fugaz- del cruce de Beasain donde fueron asesinados el pasado viernes los dos ertzainas, vigilado por policías municipales. Los medios de la capital no han dado importancia al hecho y, sin embargo, es gravísimo. Es de una enorme trascendencia política que los agentes de la Ertzaintza se nieguen a regular el tránsito rodado en ese punto alegando que no cuentan con los necesarios medios de protección y que hayan dejado esa responsabilidad en manos de unos guardias de la porra que, obviamente, tienen todavía menos medios que ellos.
Algo así deja a la Ertzaintza a la altura del barro. Con ese solo hecho, han conseguido desprestigiar a la policía autonóma más que todos los comunicados de la oposición en diez años. Porque todo el mundo sabe que un ertzaina gana bastante más que un guardia civil. De un guardia civil de ésos que jamás se atrevería ni a plantearse abandonar un servicio alegando que la vida está llena de peligros. Por no hablar de los policías municipales.
Nadie obligó a ninguno de ellos a entrar en la Ertzaintza. Si son miedicas -dicho sea con todos los respetos: yo lo soy- que hagan oposiciones para bibliotecarios, o para cultivadores de champiñón, o de guindas. Pero, mientras sigan vistiendo el uniforme, hagan el favor de no salir huyendo, dejando sus responsabilidades en manos de gente que gana mucho menos y tiene muchísimos menos medios de protección que ellos.
Son una vergüenza.
Ya que la pela les obsesiona tanto, espero que la sociedad vasca les pase la factura correspondiente.
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* Para que no se diga que no cuento el chiste. Es el colmo del currito pelota. Va por la calle, ve pasar a una chica muy guapa y dice: «Jodé, qué tía más buena para mi jefe». Espantoso.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (28 de noviembre de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 30 de junio de 2017.
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