Conferencia sobre el Dylan poeta en Las Palmas. El local, al cielo raso, está lleno y bullicioso. Hace una noche de maravilla. Público intergeneracional. Han venido Alberto Piris y Elena Guitán, su mujer. Se me acerca Agustín Millares (hijo), que me trae su obra Franchy Roca y los federales en el "bienio azañista", un documentado trabajo de casi 700 páginas sobre el interesantímo pero casi marginal papel de los piimargallianos durante la II República. Agustín Millares (padre) fue un enorme poeta comunista canario que tuvo la delicadeza de ocuparse hace casi 40 años de un chavalín escritorzuelo de San Sebastián llamado Javier Ortiz, al que animó a dos cosas: a escribir y a ser rojo. La dedicatoria de su hijo evoca la figura de mi difunto hermano Carlos, que fue íntimo amigo de su padre.
Empiezo a hablar de Dylan, pues, con un nudo en la garganta.
El ambiente es extraordinariamente festivo. Voy desgranando algunas claves para entender la escritura de Dylan. Compruebo con satisfacción que al público de Las Palmas ya no le deja perplejo que este servidor de ustedes hable de música y de poesía, sin decir ni palabra sobre Aznar, la cuestión vasca, Zapatero y la mamá que los trajo a todos ellos al mundo. Más satisfacción todavía me produce que sean capaces de afrontar sin particular desasosiego ideológico mis explicaciones sobre la rebeldía de Dylan, tan ajenas a los parámetros políticos europeos. El grupo The Diego va ilustrando mi perorata con algunas de las canciones del Robertito Zimmermann. Hacen una memorable versión rockera de A Hard Rain's A-Gonna Fall. La gente entiende que ese temporal bíblico pueda referirse lo mismo a la lluvia nuclear que a una tormentosa noche de crisis amorosa. Tal vez sea verdad que se hayan pasado de moda los pensamientos con cuadrícula.
Todo funciona como la seda. Al final, se nos pasa hora y media y ni nos enteramos.
Si no fuera porque soy como soy, me dejaría de soltar rollos sobre política y montaría una gira poético-musical sobre los grandes bardos del siglo XX. Es obvio que a mucha gente eso le interesa mucho más.
Lo cual -no os creáis- me produce también una considerable tristeza.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (30 de junio de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 7 de mayo de 2017.
Comentar