Una de las pocas cosas que aprendí durante mi paso por la política activa es que jamás hay que convocar un Congreso público -o Conferencia, o Cumbre, o como quiera que se llame a la cosa-- si previamente no están apalabrados los acuerdos fundamentales.
En el caso de la Cumbre de Durban era peor todavía: estaban apalabrados los desacuerdos fundamentales.
Durban sólo hubiera podido cerrarse con un acuerdo general en el caso de que todos hubieran seguido los consejos del representante oficial español, Juan Carlos Aparicio. El ministro de Aznar dijo que, en una reunión así, «no hay que tratar casos concretos». Está claro que, si te quedas en la proclama de buenos deseos genéricos y de condenas abstractas, el acuerdo es facilísimo. Resolución final: «El racismo está mal. To er mundo e güeno». Y a firmar todo dios. Claro que en ese caso la Cumbre no habría servido para nada, salvo para que unos cuantos foráneos se dieran un garbeo por Sudáfrica. No descarto en absoluto que ése fuera el doble propósito de Aparicio en su viaje a Durban: lograr que la Cumbre no sirviera para nada y darse un garbeo por allí, a ver qué tal.
Las resoluciones que finalmente se han adoptado en la Cumbre son de chichimoco. Pero no estoy de acuerdo en que la reunión no haya servido para nada. Ha tenido un aspecto positivo: ha obligado a los Estados Unidos y a Israel a retratarse y ha puesto en evidencia la hipocresía de la Unión Europea. Ha revelado que los dos primeros son agentes activos de la discriminación étnica y que la segunda es cómplice de esa actitud criminal.
Lo que sí habría sido un error es condenar a las autoridades de Israel por xenófobas. Xenofobia quiere decir, como es bien sabido, «odio a los extranjeros», y los palestinos no tienen nada de extranjeros en el Oriente Medio. Están en su propia tierra.
Los israelíes también están en su propia tierra. Pero sólo en la medida en que, estemos donde estemos, todos estamos en nuestra propia Tierra.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (9 de septiembre de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 6 de junio de 2017.
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