El Tribunal Especial que los servidores iraquíes de George Bush han montado para juzgar a Sadam Husein acusa al exdictador de ser un criminal de guerra y un genocida. Husein responde que el juicio que le están preparando es una farsa y que el criminal de guerra y el genocida es George Bush.
Ambos parecen partir del injustificado principio de que sus posiciones son incompatibles. Y no. En absoluto.
Vi el otro día en el canal Historia -recalo en él a menudo, cuando tengo ganas de distraerme sin perder el tiempo del todo- un documental sobre las guerras de gánsteres en el Chicago de los años 20 y, más especialmente, sobre la célebre matanza del día de San Valentín, sucedida el 14 de febrero (claro) de 1929. El documental no estaba novelado y se atenía con precisión a los hechos, cosa a la que no estaba obligado Roger Corman cuando rodó en 1967 su justamente aplaudida The St. Valentine's Day Massacre.
Aquel día de copiosa nevada, Al Capone envió a cuatro de sus pistoleros para que acribillaran a la plana mayor de su peor rival, George Bugs Moran. Hicieron auténtico picadillo con cuatro lugartenientes de Bugs, el chófer de un camión y un conocido que estaba de visita, pero no con el propio Moran, que se olió la tostada y escapó de la cita trampa, que diría Mayor Oreja. Al saltar la noticia, que provocó auténtica conmoción en EE.UU. -hasta entonces los mafiosos se mataban de uno en uno, como quien dice-, Capone, que estaba en su casa de Florida, dijo: «Ese crimen lleva el sello de Moran». Moran, por su parte, replicó: «Ese crimen lleva el sello de Capone». Lo cierto es que cualquiera de los dos habría sido capaz de ordenar una matanza así. Se acusaban el uno al otro de ser asesinos de la peor especie, y ambos tenían razón.
Por cierto, que los defensores de Moran alegaban que se había granjeado el odio de Capone porque no aceptaba explotar el negocio de la prostitución. Y era verdad. Los defensores de Capone, por su parte, replicaban que Scarface fue durante años el potentado más caritativo de Chicago, que montó muchos comedores y albergues nocturnos gratuitos para los pobres. Y también decían la verdad. Ni siquiera los más malos son nunca absolutamente malos, más que nada porque en la realidad -en cualquier forma de realidad- los absolutos no existen.
El negocio de Capone era muchísimo más poderoso que el de Moran. Desbordaba ampliamente las fronteras de Illinois y abarcaba muchos estados. Su rival controlaba sólo un barrio de Chicago (aunque, eso sí, con mano de hierro).
La pena es que en aquella batalla fuera el criminal de menos monta el que se llamaba George Bugs. De ser al revés, la comparación entre el enfrentamiento de los dos célebres gángsteres y el de estos dos de ahora resultaría todavía mejor.
NOTA.- ¡Cómo se nota (y perdón por tanta nota)! Ayer, esta página tuvo 1771 visitas. Unas 200 menos que a comienzos del mes pasado. Las estadísticas reflejaron el primer descenso a raíz del término del curso escolar. Este segundo, con el inicio de las vacaciones de una parte del personal. Y aún habrá de bajar, si se repite la experiencia de otros años. Es posible que mis propias vacaciones también afecten en alguna ocasión a esta colección de Apuntes. No porque haya días que no trabaje, sino porque los habrá que tendré que hacer otros trabajos de los de ganarme el pan y, puesto a sacrificar alguno para no quedarme por completo sin descanso, la pagará éste. Pero ya avisaré cuando eso ocurra. Si ocurre.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (2 de julio de 2004) y El Mundo (3 de julio de 2004). Hay algunos cambios, pero no son relevantes y hemos publicado la versión del periódico. El apunte se titulaba Dos verdades. Subido a "Desde Jamaica" el 5 de junio de 2017.
Comentar