Los dirigentes del PSOE están como unas castañuelas. Creen -eso dicen, al menos- que el 13-J les ha salido redondo. «Si hemos logrado tanto sin ni siquiera contar con un líder, ¿qué no podremos conseguir cuando ya tengamos uno?», dicen.
Es falso. Sí han tenido un líder. El de siempre: González. Desde la dimisión de Borrell, él asumió la dirección de la campaña. Y él ha sido no sólo el que ha aparecido como dirigente máximo de cara al público, sino también quien ha marcado la orientación política del partido en la brega electoral.
Primera paradoja: les ha venido bien no tener un nuevo candidato. Cualquier otro socialista posee mucho menos tirón electoral que González. Lo cual quiere decir que o lo llevan como cabeza de lista en las próximas elecciones o volverán a verse metidos en el mismo lío que con Borrell. Porque un candidato a La Moncloa no puede quedarse en un modesto segundo plano, como ha hecho Rosa Díez esta vez. No puede aceptar que González sea el protagonista de su partido en la campaña. «Pues pónganlo a él de cabeza de lista», dirán ustedes. Ya. Pero no quiere. No le apetece nada volver a perder. Y menos aún contra Aznar.
Uno de los elementos esenciales de la línea política que González ha marcado a sus huestes en esta ocasión ha sido el ataque contra Anguita e IU. Ha insistido una y otra vez en que Anguita es «el de la pinza»; que no resulta de fiar para luchar contra el PP. Lo de «la misma mierda», en suma.
El argumento ha calado en una parte de los anteriores electores de IU: los que se conciben más como anti-PP que como pro-nada.
En el PSOE están muy felices por el golpe que han dado a IU. Otro error. No se dan cuenta de que contribuir al hundimiento de IU es sólo un negocio a medias para ellos, porque hay un amplio sector de la izquierda que nunca les votará. Rescatarán parte del naufragio, pero otra parte, muy sustancial, no: irá a engrosar las crecientes filas de la abstención. Vean, si no, lo ocurrido el pasado domingo. Comparen la suma de los votos obtenidos ahora por el PSOE y por IU con el total de lo que lograron entre ambos en las anteriores elecciones. Ha bajado.
Esa es su otra paradoja: no se dan cuenta de que su recurrente empeño en destruir a IU les lleva, en realidad, a tirar piedras contra su propio tejado: contribuyen a debilitar a su mejor eventual aliado en la oposición (porque están en la oposición, por más que a veces se olviden de ello).
No veo yo que el PSOE cuente con tantos motivos para la alegría. Que no sonrían tanto: siguen teniéndolo crudísimo.
Javier Ortiz. El Mundo (16 de junio de 1999). Subido a "Desde Jamaica" el 24 de mayo de 2013.
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