Una amiga me dice:
-He visto el especial que El Mundo ha dedicado a su 15º aniversario. Me ha hecho gracia la foto en la que apareces.
-No aparezco en ninguna foto, que yo sepa.
-Que sí, hombre, que sí. Míralo. En la página 34.
Y lo miro. Y descubro que, en efecto, allí aparece aquel que era yo hace 15 años, mirando para otro lado mientras Ramírez arenga a una docena de empleados. Soy ese individuo más bien esmirriado, con chaqueta negra, que asoma por encima de la mano de Pedro J.
La foto es de Fernando Múgica.
A mi izquierda estaba Jorge Fernández y a mi derecha, Gustavo Catalán. A los demás no los conocía ni de nombre por entonces, pero los conocí muy bien -a fe que sí- en cosa de nada. Porque fui nombrado jefe de Redacción a los pocos días.
Otro buen amigo, que tampoco pretende ser cruel, me pasa otra foto, ésta todavía anterior y también desconocida para mí, en la que aparezco allá por 1984 fotografiando a quien llamábamos «El Peque», que era responsable de Combate, el periódico de la Liga Comunista Revolucionaria. El aguerrido trotsko acababa de poner una pancarta en la fuente de la Cibeles convocando a una mani anti-OTAN y todos reíamos viendo cómo había salido de la empresa.
En este caso, la fotografía -excelente- la hizo Guillermo Armengol, que trabajaba, como yo, en Liberación. Mi persona aparece a la izquierda, tratando de inmortalizar la escena. Mal colocado, porque nunca he sido un buen fotógrafo, pese a mis esfuerzos.
sic transit gloria mundi.
Con esto de las efemérides del año, los amigos no paran de ponerme zancadillas de nostalgia. Y tropiezo. Un tercero me ha mandado la reseña de un texto escrito hace cinco años por el bueno de Juan Carlos Laviana, que en 1989 era el factótum en la confección material de El Mundo (en «la carpintería», que se dice en la jerga del ramo). Con motivo del décimo aniversario del periódico,Laviana publicó un largo artículo en el que contó cómo iniciamos aquella aventura. Incluía un párrafo sobre mi persona que no puedo sino agradecer, aunque haga una descripción un tanto hiperbólica de mi pasado político. Copio la reseña: «Una de las mayores sorpresas del verano [de 1989] se produce cuando Pedro J. convoca al equipo para leer un magnífico y excelentemente escrito currículum de un personaje singular donde los haya. Ha militado en ETA y múltiples organizaciones de la extrema izquierda, supera ya la cuarentena, pero su espíritu es más joven que el de muchos de los becarios y su sabiduría parece no conocer límites. Es el redactor-jefe que un headhunter jamás habría sabido buscar. Se trata de Javier Ortiz, sobre quien la redacción giraría en milagrosa armonía hasta funcionar como un reloj».
Ya veis: no hay nada como que te quieran.
Aunque en este caso el aprecio es de ida y vuelta. Siempre he considerado a Laviana persona de un nivel de competencia, de un rigor y de un compañerismo dificilísimos de encontrar en esta fea y más bien desagradable profesión nuestra.
Conmigo se portó de cine. Pero eso no tiene nada de extraordinario: le encanta el cine. Y, además, él es así.
Qué tiempos tan singulares. Me metí de cabeza en aquella vorágine, implicándome hasta el cuello, convencido de que iba a participar en algo importante de verdad. Histórico, casi.
Quizá os resulte chocante, pero hoy es el día en que sigo pensando que hice bien. Y me alegro de haberlo hecho. Lo que aprendí durante aquellos años, en todos los órdenes, me ayudó a madurar profesional y personalmente. En el fondo, sigo viviendo de aquellas rentas.
Pero no me engaño: éstos son ya muy otros tiempos.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (26 de octubre de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 27 de octubre de 2009.
Comentarios
La nostalgia, a todos y todas nos invade mirando el tiempo pasado. ¿Será que vamos para mayores? o es que echamos de menos tiempos y personas.
Escrito por: aurora.2009/10/27 23:05:57.767000 GMT+1