Me telefonea mi buen amigo Gervasio Guzmán:
-Bueno, ¿qué te ha parecido lo de Operación Triunfo?
-No sé. No lo he visto -le respondo.
-¿No viste lo de ayer?
-No lo he visto jamás. Ni siquiera sé de qué va. No sólo no lo he visto, sino que tampoco he leído nada sobre ese programa. Oí en la carnicería que tenía algo que ver con el Festival de Eurovisión. No tenía ni idea de que ese Festival volviera a ser importante.
-¡Pero si eso es lo de menos! -se me enfada-. A ti lo que te pasa es que te gusta darte aires de intelectual.
-No creo que sea eso. A la hora en la que ayer se desarrollaba la cosa de Operación Triunfo, yo estaba viendo Arma Letal III.
-¡Pero no compares! ¡Operación Triunfo ha sido un fenómeno sociológico!
-Quizá eso lo explique todo. Odio los fenómenos sociológicos a la carta. Cada vez que noto que alguien quiere que me ajuste al guión de un fenómeno sociológico de diseño, tomo la dirección opuesta.
-No te entiendo.
-Sí, hombre. El estreno de Nautilus también fue un fenómeno sociológico. Así que me negué a ver esa película. La Expo de Sevilla fue otro fenómeno sociológico. De modo que no fui. La magna exposición de Velázquez de hace no sé cuántos años fue otro fenómeno sociológico que congregó a decenas de miles de personas, todas haciendo cola para entrar. Como cuando llegó a Madrid el Guernica. No acudí a ninguna de esas convocatorias. Y mira que me gusta Velázquez, y también el Guernica, aunque sea en blanco y negro. En cuanto veo que alguien toca el silbato para que la gente acuda en masa, emprendo la marcha en dirección contraria.
-¿Y eso?
-No lo sé. Me gustaría verlo como una muestra de rebeldía, pero lo mismo es sólo individualismo. Me pasa como a Brassens, que cantaba aquello de que «la música que marca el paso / no me interesa para nada».
-Pues deberías hacértelo mirar.
-Bueno, ya se lo contaré a mi médico la próxima vez que lo visite.
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Nota de régimen interno.- Algunos lectores me preguntan, extrañados, por qué en estos últimos días estoy actualizando la página tan tarde. Tienen costumbre de que esté disponible ya para las 08:00 (07:00 hora universal, je, je) o incluso bastante antes.
La explicación es sencilla: después de un par de meses de trabajo agotador, estoy haciendo una cura de sueño. Es una decisión que ha tomado mi cuerpo por su propia cuenta. De repente, él ha decidido que tengo que dormir 8 horas, en vez de 5 o 6. Y le estoy dejando hacer. Seguro que sabe bien lo que se trae entre manos.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (12 de febrero de 2002). Subido a "Desde Jamaica" el 3 de marzo de 2017.
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