La publicidad se supera a sí misma.
Ayer vi en Telemadrid un aviso ciertamente chocante: «Von Karajan les ofrece... el Tiempo», decía.
«Pues como no sea el tiempo que lleva muerto...», pensé.
Pero qué va. Era la predicción metereológica. Y Von Karajan era un disco de Von Karajan, no el espectro del famoso director de orquesta.
Lo que más me tiene fascinando en los últimos tiempos es la violenta irrupción del inglés en la publicidad española. Hago un breve recuento de anuncios, sin ningún ánimo exhaustivo: Be Inspired, Conecting People, Everyone's Invited, Digitally Yours, Pure Spirit, Keep Walking, Be Wild, Get The Lights, Celebrate The Moment, Elegance Is An Attitude, Ideas Generated / Walls Removed...
Y así, casi todo. Ad nauseam. Apenas queda anuncio que no lleve una apostilla en inglés. En inglés fácil -como para estudiante de 1º del Wall Street Institute-, pero en inglés, a fin de cuentas.
¿Y eso?
Utilizan un mecanismo psicológico elemental y muy transparente. Parten del convencimiento de que, para el español medio actual, el inglés es el idioma del éxito. Hablar inglés significa formar parte de la elite dirigente.
Luego, si tal o cual mercadería está dirigida en exclusiva a gente que entiende el inglés, es que se trata, indudablemente, de un producto para uso exclusivo de triunfadores.
O de aspirantes a triunfadores.
El francés es el idioma de la gente elegante (Loulou? Oui, c'est moi). El inglés, el de los ejecutivos agresivos, youppies y demás ralea del género.
¿Y el castellano?
¿El castellano?
¿Dice usted el castellano? ¿Se refiere a esa lengua que no hay más remedio que usar para entenderse?
¡Por Dios, pero qué cosas tiene usted!
¡Entenderse! ¡Qué vulgaridad!
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (4 de noviembre de 2000). Subido a "Desde Jamaica" el 30 de abril de 2017.
Comentar