Alfonso Guerra tiene un problema con la democracia. Uno sólo, pero de cierta importancia: no sabe lo que es. Ayer lo demostró una vez más. El number two del PSOE apeló a la democracia para reclamar que se midan con el mismo rasero cuantas reacciones ha provocado el tebeo de Ferraz. Por regla democrática, según él, todas las opiniones tienen el mismo valor. Lo que hay que hacer es contabilizarlas.
Ya ven que se hace un lío. Como lo de la democracia lo tiene cogido con hilos -para tirar de ellos-, no sabe que el criterio en el que se cobija sólo es aplicable a los votos. Vale lo mismo el voto del ignorante que el de la inteligente; de la gagá que del lúcido. Pero eso no puede hacerse extensivo a las opiniones. Apeló a los campesinos extremeños. Pues bien, mi opinión acerca de lo que debe hacerse para mejorar la cosecha de tabaco no vale lo mismo que la de muchos campesinos extremeños: yo no tengo ni idea del asunto, y ellos sí. De tenerse que votar sobre el asunto, mi papeleta contaría lo mismo que cualquier otra, por desgracia. Pero no es el caso. Como tampoco lo es en el del cómic que Guerra ha promocionado. Entérese; los votos se suman, y eso es todo, pero las opiniones son otra cosa: hay que considerarlas.
No es su especialidad. Lo suyo no es razonar, sino insultar. Ayer, sin ir más lejos, aseguró que todos los que criticamos su tebeo somos unos «señoritos» pertenecientes a «la derecha histérica». No tengo inconveniente en que me insulte. De hecho, a mí también me suele apetecer insultarle, así que estamos en las mismas. Lo que me molesta es que se sirva del insulto como alternativa del razonamiento. Eso sin contar con que, ya puestos a insultar, conviene acercarse algo más a la realidad de la persona insultada. Yo a él nunca le insultaría llamándole «intelectual histérico», porque eso significaría presentarle como «intelectual», lo que sería absurdo aplicado a un señor ágrafo.
Los problemas de Guerra son los lógicos en un individuo que lleva a sus espaldas diez años de soledad política. Porque desde hace una década, como poco, Guerra sólo ve a su alrededor gente que le odia y le desprecia -somos los más- o que le adula. Pobrecillo.
Javier Ortiz. El Mundo (28 de octubre de 1992). Subido a "Desde Jamaica" el 29 de octubre de 2011.
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