José María Aznar se propone lograr la pacificación del País Vasco en esta legislatura.
Un irreprochable objetivo, a todas luces. Qué duda cabe.
Pero, en política -y en la vida, en general- la gracia no reside en dibujar bellas metas. Eso está al alcance de cualquiera. El auténtico estratega se distingue del vacuo charlatán en que, tras definir las grandes metas, sabe trazar las vías que permiten llegar a ellas.
La pacificación de Euskadi sólo podrá alcanzarse cuando se logre que ETA abandone su actividad terrorista, voluntariamente o por la fuerza.
Aznar no dio muestra de estar dispuesto a promover ninguna política destinada a convencer a ETA de que renuncie a las armas de buen grado. De hecho, habló en términos francamente despectivos de los que, como el PNV, están empeñados desde hace meses -sin éxito alguno, bien es cierto- en explorar esa vía.
Habrá que concluir, por vía de consecuencia, que espera lograr la pacificación de Euskadi a partir de la derrota de ETA. Y no de una derrota cualquiera, sino de una derrota completa, sin posibilidad de recuperación. De una derrota obtenida por la única línea de acción que encara en estos momentos: la policial.
No reparo aquí en postulados ideológicos. Me planteo tan sólo resultados prácticos. Si Aznar lograra acabar con ETA en los próximos cuatro años por la vía policial, habría cumplido con su promesa. Habría alcanzado la meta propuesta: habría logrado la pacificación. ¿De la mejor, de la peor manera? Poco importaría a esos efectos. El gato -blanco, negro o azul- habría cazado al ratón.
La cuestión que se plantea es así de sencilla (y así de terrible en sus consecuencias): si Aznar acierta, ETA desaparecerá. Pero, si yerra, seguiremos en las mismas. Con muertes, atentados, secuestros, violencia callejera, extorsión, coacciones.
¿Qué avales prácticos presenta Aznar para justificar su confianza en el éxito completo de la acción policial contra ETA en el plazo de cuatro años?
Supongo que él, lo mismo que yo, habrá visto las imágenes de la acampada juvenil que ha sellado la fusión de Jarrai y Gazteriak. Había allí decenas de miles de chavales extasiados ante los mensajes de ETA. ¿Cree realmente Aznar que su acción policial va a impedir que algunos cientos de esos jóvenes prosigan dentro de unos años, si es que no dentro de pocos meses, la labor de los comandos que logre desarticular la policía?
Tal vez él lo crea, pero muchos no lo creemos. Y no por malévola desconfianza, sino por elemental experiencia. No creemos que vaya a pulverizar la marca de los cien metros quien en los cuatro años pasados no ha sido capaz de andar ni un puñetero paso.
Javier Ortiz. El Mundo (26 de abril de 2000). Subido a "Desde Jamaica" el 27 de abril de 2012.
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