George W. Bush afirma que no le hace falta el respaldo de las Naciones Unidas para lanzar un ataque contra Irak porque los Estados Unidos de América han sido agredidos y el Derecho internacional concede al agredido el derecho a defenderse.
Vayamos por partes.
Primer punto: sólo puede apelar al derecho de legítima defensa quien está respondiendo a una agresión inmediata. Ningún tribunal consideraría legítima defensa que alguien que fue tiroteado por otro hace 18 meses fuera ahora a buscarlo y le pegara cuatro tiros.
Segundo: aparte de que la agresión se produjera tiempo ha, está el hecho de que nadie ha probado que quienes perpetraron los atentados del 11 de septiembre de 2001 actuaran por orden del régimen iraquí, o en connivencia con él. Antes al contrario, varios servicios de inteligencia occidentales -incluido el británico- han suscrito informes en los que sostienen que Irak ni tuvo ni tiene ninguna relación con Al Qaeda.
Tercero: la pretendida autodefensa de Washington no sólo se produce muy fuera de plazo y contra quien no procede, sino que ni siquiera tiene relación alguna con la agresión en la que se escuda. Y ése es el asunto principal.
Si el Gobierno de los Estados Unidos de América tuviera alguna razón para temer algo de Irak, y si esa razón tuviera algo que ver con los atentados del 11-S, carecería de sentido que perdiera el tiempo persiguiendo las presuntas armas de destrucción masiva de Sadam Husein. Porque las únicas armas de destrucción masiva que intervinieron el 11-S fueron aviones de pasajeros fabricados por compañías aéreas de los EUA. Aviones que fueron secuestrados con artilugios que, por no ser, ni siquiera eran armas en sentido estricto. Uno puede amenazar muy seriamente la yugular de una azafata o de un piloto con un cortatramas (un cutter, que se dice ahora), pero lo mismo podría hacerlo con una cuchara suficientemente afilada, o con la tapa que cierra el desagüe del WC del avión, fácilmente convertible en cortante con una piedra de pulir que, no siendo metálica, puede subirse sin problemas a cualquier aeronave o tren comercial.
El arma de destrucción masiva más tremenda que ha generado y seguirá generando la Humanidad -mientras subsista- se compone de dos elementos tan simples como devastadores: la astucia y la sed de venganza.
Y esa mezcla no la van a localizar en ningún almacén iraquí, terrestre o subterráneo. Volverán a encontrársela una y otra vez, pero no en Bagdad, sino en pleno centro de Nueva York, o de Los Ángeles. Porque la van provocando constantemente y en masa ellos mismos con su prepotencia y su ambición sin límites.
¿Por qué no quieren verlo? La mayor fábrica mundial de armas de destrucción masiva está en la Casa Blanca.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (10 de marzo de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 6 de marzo de 2017.
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