1.- No existe la menor duda sobre la existencia de un auténtico plan fascista. Su finalidad: dar pie a una aplicación cabal, abierta y generalizada de los métodos fascistas de Gobierno, desprestigiados y en semibancarrota.
2.- Las diversas siglas que aparecen tras atentados y secuestros no son sino diferentes manos ejecutoras al servicio de las mismas fuerzas políticas, económicas y sociales, las cuales constituyen el soporte material del fascismo en el Estado español. El verdadero problema hay que situarlo, en consecuencia, en la existencia de esas fuerzas. Se trata de determinados sectores de la oligarquía financiero-terrateniente del aparato burocrático franquista y -más particularmente- del complejo entramado represivo nacido al calor de los últimos cuarenta años. Tales sectores son irreductiblemente hostiles a la libertad y la democracia. En esas condiciones, si se desea superar efectivamente la situación actual, se impone desmantelar a fondo los mecanismos de poder con que esas fuerzas cuentan.
3.- Por su origen, por su composicion, por su programa esencial y, sobre todo, por las fuerzas en que se apoya, el Gobierno actual está incapacitado para llevar a cabo esa tarea. El mismo es fruto de un equilibrio con las fuerzas a desmantelar, y se sostiene precisamente sobre ese equilibrio, por lo demás precario e inestable. Sólo un Gobierno de demócratas, libre de toda hipoteca con el régimen a superar y apoyado en el pueblo trabajador, podría llevar a término el afrontamiento con las fuerzas ultrarreaccionarias, únicas responsables de la crítica situación presente.
4.- La reacción del gobierno ante los últimos hechos ilustra las afirmaciones anteriores. Siendo patente el origen fascista de los atentados, ha evitado enfrentarse con sus inspiradores, los cuales siguen teniendo las manos libres. En cambio, ha preferido arremeter contra organizaciones democráticas y de izquierda, evidentemente ajenas a las actuaciones terroristas. Nuestro partido ha sido uno de los que ha sufrido las consecuencias, pese a su actitud más que neta ante estos hechos.
5.- Las organizaciones democráticas que en los últimos días han adoptado la táctica de respaldar con su apoyo al Gobierno han cometido un error de bulto. De un lado, por haber dado ese apoyo sin obtener a cambio unas garantías elementales de que iba a ser utilizado para respaldar una acción gubernamental decidida contra los sectores pinochetistas. De otro lado, por haberlo dado ignorando la incapacidad del actual Gobierno para dar una solución resuelta a los problemas básicos que laten bajo la actual crisis.
6.- Hay que salir al paso de la intolerable amalgama que se está tratando de hacer con el uso del término "extrema izquierda". Se trata de confundir en un mismo cajón de sastre a fuerzas absolutamente dispares, cuando no totalmente contrarias: desde siglas (como el GRAPO) que apenas disimulan su carácter provocador al servicio de los planes fascistas, pasando por grupos radicalizados, carentes de peso político, hasta partidos que, sustentando puntos de vista de izquierda revolucionaria, hemos realizado una considerable contribución a la lucha por la libertad y la democracia. Es de lamentar que determinadas formaciones políticas no vean que, dejándose arrastrar hoy al juego de las exclusiones, están facilitando las tácticas confusionistas reaccionarias, y sus posteriores consecuencias.
Javier Ortiz firma como miembro del Movimiento Comunista en Cuadernos para el Diálogo. 5 de febrero de 1977. Subido a "Desde Jamaica" el 12 de enero de 2021.
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