Hace meses, un buen amigo, de cuyo desinterés por las humanas vanidades da cuenta el hecho de que se empeña en editar libros de poesía, vino a anunciarme alborozado que había encontrado un mecenas. «¡Tío, un constructor que tiene verdadero interés por la poesía, y por la literatura en general!», me dijo, más contento que unas castañuelas. Mi amigo estaba tan encantado que incluso me planteó la posibilidad de sacar un libro con el puñado de poemas que tengo escritos desde el siglo pasado y de reeditar un libro de poemas de mi difunto hermano Carlos, que ése sí que fue un poeta de verdad. Le dije que bueno. Por supuesto.
Pasó el tiempo y mi amigo me telefoneó para decirme que el constructor había empezado a retratarse: el primer libro ya estaba en la calle. Quería que yo participara en la presentación. Fue un acto de muchas campanillas: además del autor, intervinieron Agustín González, Andoni Ferreño y Ramón Langa. Bueno, y yo.
Pasó luego el tiempo y, como ando tan liado, se me fue toda la historia a las nubes, incluida la poesía, los libros y el mecenas. Hasta que el otro día, removiendo unos papeles, me topé con una foto del acto, que reproduzco infra. Vi entonces quién era el constructor que tanto interés tenía por la poesía y por la literatura, en general.
No me extraña que no haya vuelto a saber de él. Creo que está en la cárcel.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (5 de febrero de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 22 de febrero de 2017.
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