La consigna tiene 25 años: «No miremos hacia atrás». Había que olvidar todo el horror de casi cuatro décadas de dictadura franquista. Había que perdonar a sus responsables. O no recordar sus actos. Tal era el precio que debían pagar las víctimas -decían- para que se pudiera instaurar la democracia en España. Nada de pedir cuentas por los asesinatos, las torturas, los robos. Borrón y cuenta nueva. Borbón y cuenta nueva.
Es lo que se hizo. Y lo llamaron «nuestra ejemplar Transición».
Ahora, los mismos que entonces fueron perdonados y sus cachorros -¿no es ése el término al uso?-, a coro con los valedores de aquel generosísimo perdón, dicen que la paz en Euskadi no tiene precio. Es decir, que no se debe pagar nada por ella. Que todos los crímenes deben ser expiados. Que cada delito debe tener su condena. Que es una cuestión de principios. Que nada de perdón. Que nada de mirar sólo hacia el futuro.
No; vamos a ver: los principios valen para siempre. Si no, no son principios. Lo que fue maravilloso en 1976 no puede convertirse en inaceptable ahora. No puede ser ejemplar que Fraga, Martín Villa y demás prebostes del franquismo escaparan de su Núremberg, y en cambio clamar que resulta intolerable un pacto de Gobierno con EH. O se puede olvidar o no se puede olvidar.
A no ser que establezcan la diferencia en función del objetivo. Tal vez crean que la reconciliación en España lo merecía todo, pero que la reconciliación en Euskadi no merece nada.
Algunos -pocos; o no los suficientes, en todo caso- nos opusimos al perdón general de los franquistas. Queríamos justicia. «Días vendrán de luto para el miedo / Noches traerán venganza para el asco», escribió hace 30 años alguien que siempre me ronda.
Pero no rechazamos la reconciliación nacional sólo por visceralidad. También porque estábamos convencidos de que España no tenía más salida que el parlamentarismo: la marcha de Europa lo iba a imponer, algo antes, o algo después. No había por qué ceder. Cabía cerrarse en banda y exigir una ruptura clara con el pasado. Nada de pactos con los franquistas. Que se fueran. A la cárcel o a sus casas, según los casos.
Quizá el PP y el PSOE estén ahora en las mismas. Tal vez crean que ETA no tiene más remedio que retirarse de la escena. Porque sabe que ya no pinta nada en ella.
Así que predican que no se le dé nada.
Hagan lo que quieran. Pero no invoquen principios, por favor. El PSOE y el PP no tienen derecho a la intransigencia. Ese derecho, como cualquier otro, hay que conquistarlo. Y ellos renunciaron a él hace un cuarto de siglo.
Javier Ortiz. El Mundo (22 de mayo de 1999). Subido a "Desde Jamaica" el 25 de mayo de 2012.
Comentarios
Si esto no es un artículo de rabiosa actualidad que venga Dios y lo vea. ¡¡¡¡Joderrr!!!
Aipa PWJO cada dia más certera, como su boss.
Escrito por: alfonso martín.2012/05/25 19:13:19.079000 GMT+2
http:minombre.es/alargaor