Demagogo. n. m. Ant. gr. Jefe del partido popular.
(Gran Enciclopedia Larousse, 1988, tomo 7, página 3.108)
Dolorido por el pescozón que le ha dado la Conferencia Episcopal, Aznar ha cursado instrucciones a sus ministros para que retiren de sus declaraciones sobre los obispos de la Comunidad Autónoma Vasca los adjetivos de calibre más grueso. Pero la cabra tira al monte, y él mismo siguió insistiendo ayer en reprochar a la jerarquía eclesial su «distanciamiento» de la opinión pública española, que –dijo– «respalda mayoritariamente la ilegalización de Batasuna».
¿Respalda mayoritariamente la opinión pública española la ilegalización de Batasuna? Seguro que sí. Mantenida en la ignorancia de la complejidad del problema por unos medios de comunicación que han cerrado filas con el Gobierno de manera tan unánime como zafia, reafirmada por el sólido acuerdo sellado al respecto entre el PP y el PSOE, ¿de qué podría hacerse eco, sino de lo que oye? Sólo la opinión pública vasca, que cuenta con la realidad diaria como fuente primera de información, se sale de la norma.
Y es que, además, los instintos del gentío patrio –de la mayoría de los gentíos– son muy suyos. Los sondeos de opinión que se han hecho sobre la hipotética aplicación de la pena de muerte por delitos de terrorismo son elocuentes: sin agitación previa ni nada, un porcentaje muy elevado de la población española se declara a favor. Ya no llevo la cuenta de la cantidad de gente a la que le he oído decir: «Yo eso de la ETA lo resolvía en tres patadas».
Cualquier propuesta de endurecimiento legislativo o práctico en el tratamiento del problema vasco, por aberrante que resulte, por escasamente considerada que sea con los derechos humanos, tiene asegurada una buena salva de aplausos del Ebro para abajo. Es así de triste, pero es así. Todos recordamos con qué tenacidad la mayoría de la ciudadanía española cerró los ojos durante años ante la actividad criminal de los GAL y cómo, cuando ya salió de todos modos a la luz, la crítica principal que dirigió a sus inspiradores no fue haber hecho semejantes barbaridades, sino haberlas hecho «tan mal».
El demagogo se dedica a aprovecharse de los más bajos instintos de las masas para encumbrarse. Pero los hay que no se conforman con sacar partido del lado oscuro del pueblo y se dedican a ensombrecerlo todavía más. A ésos habría que calificarlos como demagogos cum laude.
Aznar está entre los de ese género.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (8 de junio de 2002). Subido a "Desde Jamaica" el 29 de abril de 2017.
Comentarios
Eskerrik asko, Javier. No me canso de leerte.
Cada día que pasa ese mas "actual".
Escrito por: miren.2010/06/07 10:04:35.755000 GMT+2
Escrito por: iturri.2010/06/07 23:01:47.259000 GMT+2