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2001/01/22 06:00:00 GMT+1

Del balón como categoría filosófica

Seguidor de la Real Sociedad de San Sebastián por razones de cuna y por otras psicopatologías que no hacen al caso, vengo tragándome desde el inicio de la temporada casi todos los encuentros que disputa el club de mis desvelos.

Me tiene fascinado: no he visto jugar tan mal a nadie desde que yo mismo practicaba ese presunto deporte.

La Real empezó la Liga jugando muy mal.

Luego cambió. Pasó a hacerlo todavía peor.

Era imposible decir que el equipo no estuviera a la altura, porque para eso hubiera debido comportarse como un equipo. Su juego parecía planificado por un profesor que deseara explicar a sus alumnos la teoría del caos, empezando por el efecto mariposa.

Mucha gente -yo incluido- decidió que la culpa tenía que ser del entrenador, Javier Clemente.

Era una conclusión fácil, porque, en efecto, Clemente es un bodoque. Todavía recuerdo cómo defendió su labor el día en el que, por fin, se decidieron a echarlo: «Yo no soy como el Ave Fénix, que nunca se equivoca», dijo.

Quitaron a Clemente y pusieron en su lugar a Periko Alonso, que es un buen hombre, pero novato en esas lides. No consiguió nada de nada, se desesperó y salió huyendo.

Ahora han contratado a John Benjamin Toshack.

Toshack no es Clemente. Para mí que incluso sabe a qué se dedicaba el Ave Fénix. Pero perder, lo que se dice perder, la Real sigue perdiendo igual. Puede que con más orden, tal vez con menos ridículo, pero con resultados parecidísimos.

Los teóricos de las cosas del balompié, que tienen siempre sesudas explicaciones para todo lo que ocurre en los campos de fútbol, especulan sobre la esencia de los males que padece el equipo donostiarra y sobre cómo cabría ponerles coto. Hay uno en El País que sostiene que el problema de fondo es político: según él, los jugadores de la Real salen al terreno de juego acomplejados por los crímenes de ETA. Cree que el terrorismo les ha hecho perder su autoestima y que por eso fallan tan estrepitosamente. A buen seguro, pronto les propondrá que suscriban el pacto PP-PSOE.

Yo cuento también con una teoría al respecto, pero mucho más sencilla. No tiene nada que ver ni con estrategias, ni con sistemas de juego, ni con marcajes, ni con achiques de espacio, ni con 4-2-4, ni con 4-4-2, ni con miedos escénicos ni con depresiones postparto. Creo que la Real pierde, básicamente, porque sus jugadores son muy malos.

Me reafirmé ayer en ese criterio tras comprobar su patético ir y venir por el campo de El Sadar, en Pamplona. Sus defensas fallan la mitad de los despejes (excepto uno de ellos, que falla tres de cada cuatro). Sus centrocampistas dirigen ocho de cada diez pases a los jugadores del equipo rival. Y luego está el hecho, nada desdeñable, de que jamás envían el balón entre los tres palos de la portería contraria. Ayer, excepción hecha del penalty que les concedió el árbitro, no lanzaron ni uno.

Miento: sí que mandaron un tiro a puerta. Desdichadamente, fue a la suya. Y metieron gol.

Comprendo que mi explicación no agrade a los demás seguidores de la Real, la mayoría de los cuales sigue a la espera de la varita mágica que produzca el milagro y libre finalmente al equipo del previsible descenso a Segunda.

Qué le vamos a hacer. Yo veo el fútbol igual que las demás cosas de la vida: convencido de que, para recoger, hace falta sembrar. Y a veces ni por ésas.

Javier Ortiz.  Diario de un resentido social (22 de enero de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 14 de abril de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2001/01/22 06:00:00 GMT+1
Etiquetas: real_sociedad diario 2001 fútbol | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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