La pasada semana, un exiguo pero abigarrado grupete de personajes y personajillos residentes en la Villa y Corte dimos a conocer un breve manifiesto que proclamaba nuestro convencimiento de que el problema del terrorismo no se resolverá si no es por la vía de la negociación.
¡Ay, Señor, la que se nos vino encima! Hubo bofetadas para determinar quién nos la daba más enérgica. Nos han llamado de todo: desde memos hasta delincuenciales, que no tengo ni idea qué puede ser, pero que suena terrible.
Ayer, medio millar de memos más suscribieron en Euskadi un manifiesto similar. Veo que entre los firmantes se encuentran desde memos del gremio de los juntaletras, como Bernardo Atxaga, a memos que pegan el cante con guitarra, como Benito Lertxundi y Mikel Laboa, pasando por catedráticos, profesores, sociólogos, magistrados, cineastas y hasta académicos, todos ellos perfectamente delincuenciales, supongo.
Nuestros detractores tienen dos posibilidades: o poner también a caldo a los nuevos abajofirmantes, tirando de diccionario de sinónimos (o inventándoselos directamente, en plan delincuencial)... o pensárselo un poco mejor. ¿Y si no fuéramos todos imbéciles del todo? ¿Y si no tuviéramos tampoco ningún deseo de echarle una mano a ETA, como alguno no muy proclive a finuras y matices ha soltado urbi et orbi con cargo al erario?
Creen que no se puede ni hablar de negociación hasta que ETA abandone las armas definitivamente. Me parece una idea muy respetable, por más que contradictoria: si ETA renunciara a las armas, no veo yo qué quedaría por negociar. Confían, entretanto, en que la acción policial dé buena cuenta del terrorismo. ¿Basándose en qué precedentes, en qué datos de la realidad? Hasta ahora, la experiencia lo único que nos ha enseñado es que, un poco antes o un poco después, ETA se rehace siempre de los golpes policiales.
Nos dicen y repiten sin cesar que aquí solo hay dos bandos: de un lado, el de aquellos que practican o sustentan el terrorismo; del otro, todos los demás. Pero, en cuanto uno se descuida, ya están acusando a los nacionalistas de dar cobertura ideológica a ETA, porque tienen los mismos fines. No se dan cuenta de que cabe volver el razonamiento contra ellos: dado que sus objetivos políticos son idénticos a los de los GAL, ¿habremos de concluir que proporcionan cobertura ideológica al terrorismo de Estado?
Ni lo uno ni lo otro. Por lo menos como prejuicio. Aquí no sobra ninguna reflexión, ningún análisis: todos pueden contrastarse, oponerse, aportar su parte de razón. Los que propugnamos la vía del diálogo no lo hacemos por vicio, sino, sencillamente, porque no vemos otra. Harían bien quienes la rechazan en intentar entenderlo. Así podrán también entender al Gobierno cuando demuestre en los hechos que, en realidad, piensa lo mismo que nosotros.
Javier Ortiz. El Mundo (4 de abril de 1998). Subido a "Desde Jamaica" el 11 de abril de 2011.
Comentarios
Escrito por: .2011/04/11 18:47:13.107000 GMT+2
Escrito por: PWJO.2011/04/11 21:22:51.470000 GMT+2