Se podría -se puede- polemizar hasta el infinito. Sobre todo.
Sobre si lo de Rodríguez Zapatero es «aislacionismo rancio», como dice el presidente del Gobierno (y, en tal caso, sobre el espacio que reserva el señor Aznar a la inmensa mayoría de la población española, que está todavía más en contra de la guerra que el secretario general del PSOE). O sobre si lo de la gala de los Goya fue «una maniobra orquestada» (!) por los integrantes de la Alianza de Intelectuales Antiimperialistas (o si, por el contrario, acabó saliendo así porque una parte del personal del cine está sinceramente en contra de la guerra y el resto tenía ganas de soltarle cuatro frescas al Gobierno en razón de sus particulares litigios).
Cabría discutir hasta el aburrimiento -se está discutiendo- sobre esas cosas y sobre muchas más. Sobre la impostada seriedad con la que Bush apela al incumplimiento de las resoluciones de la ONU por parte de Sadam Husein como razón sobrada para el bombardeo y la ocupación de Irak, olvidándose de que Israel se ha choteado cuantas veces le ha venido en gana de la ONU y del Derecho internacional en pleno... gracias al amparo que le otorga él mismo. O sobre cómo especula con el peligro que supondría Irak si poseyera armas de destrucción masiva y se dedicara a pasárselas a los unos y los otros, cuando lo único que está claro hasta ahora es que su país sí las tiene, y las ha utilizado, y se las ha pasado a los unos y los otros (incluyendo a Sadam Husein, cuando lo tenía de aliado).
Podríamos enzarzarnos -lo estamos haciendo- en ésas y en tropecientas polémicas más. Pero son dibujos. Juegos florales. En realidad, todos -todos, sin excepción- sabemos de qué va esto y qué es lo que está en juego. Lo de menos es que Sadam Husein sea un dictador: los hay a puñados por todo el mundo, la mitad de ellos aupados al poder por Washington. Lo de menos son esas historietas sobre el terrorismo internacional armado de viruela hasta los dientes con la ayuda de Sadam Husein, Hannibal Lecter y el Lobo Feroz.
Aquí lo que está en juego es, lisa y llanamente, el petróleo. Y nadie lo ignora. ¿Cómo hacerlo, con un Bush que tiene el santo descaro de amenazar a Francia y Alemania con castigarlas por su disidencia dejándolas fuera del reparto del botín, mientras anuncia que se hará cargo «provisionalmente» de la administración de Irak?
Estamos ante un plan de saqueo evidente. Irak tiene mucho petróleo y Estados Unidos, que despilfarra energía hasta extremos totalmente disparatados, lo necesita. Necesita el petróleo de Irak y el control de toda la zona, en su conjunto. Persigue objetivos que también interesan, a escala, al resto del mundo rico. Y para lograr esos objetivos se disponen (¿nos disponemos?) a laminar a cientos de miles de personas.
Eso es todo. Planteémoslo claramente.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social y El Mundo (5 de febrero de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 22 de febrero de 2017.
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