En cuanto tiene ocasión, lo suelta: ¿cómo puede ser que la misma clase política que todo el mundo admira por haber canalizado con perspicacia y virtud una transición ejemplar, resulte aquí vituperada y zaherida, acusada de venal, indolente y tontorrona? Está Felipe González que se lo llevan los demonios. «Es incoherente», dice y repite.
Y no se equivoca el hombre. Pero su razonamiento -y éste es un aspecto del que parece no darse cuenta- tiene doble dirección. Pongamos la pregunta al revés, y veremos que sigue siendo igual de lógica: ¿cómo puede entenderse que una clase política en cuyas filas hay tanto individuo corrupto, vago y/o cortito de luces haya podido encabezar nada realmente ejemplar en toda su existencia?
Para determinar cuál de estas dos formulaciones es más correcta, lo único que hace falta es establecer qué elemento de la comparación resulta más seguro. ¿Qué está más claro: que la transición fue modélica o que, salvadas las honrosísimas excepciones de rigor, los políticos profesionales españoles son un desastre? Que cada cual decida.
Personalmente, lo tengo bastante claro. Ni siquiera me hace falta plantearme la alternativa anterior: de hecho, no veo contradicción alguna entre cómo es nuestra clase política- representada hoy sobre todo por el PSOE- y cómo fue la transición. Compruebo en ambos casos el mismo desapego hacia las posiciones de principio, la misma querencia a hacer la vista gorda ante las responsabilidades contraídas, la misma incapacidad para distinguir entre los errores y los crímenes, la misma tendencia a apuntarse a la bandera del borrón y cuenta nueva, el mismo culto al pragmatismo, la mismísima facilidad para decir hoy Diego donde ayer se dijo digo. Esos fueron los fundamentos en que se basó la transición; ellos continúan dictando la práctica política oficial.
Aquellos polvos, estos lodos. ¡Hubo tantos que creyeron hallar el secreto de la democracia en el pasteleo con los sustentadores de la dictadura decadente! «Si dejáis que mandemos, no descalificaremos lo que hicísteis, ni tocaremos los privilegios que habéis acumulado», les dijeron. El pacto se realizó y el resultado está a la vista: se han vuelto como ellos.
Javier Ortiz. El Mundo (7 de marzo de 1992). Subido a "Desde Jamaica" el 8 de marzo de 2012.
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