Tenía hoy la idea de escribir sobre la historia del fracaso de las dos políticas que se han puesto en práctica en los últimos tiempos para tratar de acabar con ETA: la del PNV, por un lado, y la del Gobierno de Aznar, por otro. Mi idea es que ambas han fracasado como habría fracasado cualquier otra, porque, por lo menos de momento, el problema de ETA no tiene solución. Y es que no todos los conflictos políticos y sociales son resolubles, y menos aún de inmediato. Los hay que necesitan seguir muy complejos procesos de maduración. Y algunos de ellos tardan en concluir, y otros incluso se enquistan y eternizan.
Me disponía yo a desarrollar aquí esa tesis cuando, de pronto, he escuchado por la radio a Jaime Mayor Oreja afirmar que quien pretenda que su política vasca está resultando un fiasco es «cómplice y colaborador con la estrategia de ETA». Ni más, ni menos.
El señor ministro ha precisado, eso sí, que él se refiere a quienes sostengan eso «a menos de 24 o 48 horas de un asesinato».
A decir verdad, no entiendo muy bien el plazo, pero sí la amenaza. Y, como es grave, y blande incluso figuras delictivas, y me acuerdo bien de la maldición que dice que «ahí tengas pleitos y los ganes», y soy hombre de natural prudente... pues nada: que he optado por guardar silencio sobre la cuestión hasta que don Jaime nos haga saber a cuantos estamos en total desacuerdo con su política que podemos volver a discutírsela sin correr por ello el peligro de ser acusados de complicidad con el terrorismo.
El efecto devastador principal que tiene el terrorismo de ETA es que siega vidas. Es obvio.
Pero tiene otros. Uno es este: crea un clima rematadamente enrarecido, en el que no hay lugar para las críticas, para los matices, para las divergencias. Todo es: o «ellos» o «nosotros». O estás con «nosotros» o estás con «ellos».
Pero, ¿qué ocurre si uno se ve en desacuerdo con el modo en que dirigen las cosas los que gobiernan eso que llaman «nosotros»? Que tiene que callarse, para no ser tomado por uno de «ellos».
«Nosotros» pasa a convertirse así en una categoría que no se caracteriza sólo por estar contra «ellos», sino también por cerrar filas detrás de un determinado modo de estar contra «ellos».
De esa guisa, «nosotros» no es una opción esencialmente ética, sino, en sus resultados prácticos, básicamente política. Consiste, en suma, en aplaudir a Mayor Oreja.
Pues lo siento: yo estoy contra «ellos», pero, precisamente por eso, considero que Mayor Oreja está empeorándolo todo.
Ya lo explicaré cuando se pueda.
Javier Ortiz. El Mundo (19 de julio de 2000). Subido a "Desde Jamaica" el 12 de mayo de 2013.
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