No está clara la acogida que ha dispensado el Gobierno central a la propuesta del lehendakari de aparcar el asunto de la representación vasca en la UE. Según El Mundo, el Ministerio de Hacienda afirma que el anuncio que hizo ayer Ajuria Enea no cambia nada. De creer a El País, en cambio, Montoro sostendría que, si el Ejecutivo de Ibarretxe confirma esa nueva posición por escrito, el Concierto Económico podría firmarse de inmediato.
Todo es cosa de saber si Aznar está dispuesto a cerrar ese frente de lucha, considerando que ya lo ha explotado demasiado y que no puede seguir bombardeando indefinidamente unas posiciones que el enemigo ha abandonado.
Es cierto que el Gobierno vasco no ha acertado a explicar bien a la opinión pública española en qué consistía su propuesta de participación en determinadas delegaciones del Estado español ante los organismos comunitarios. La gran mayoría cree que Ibarretxe reivindicaba que Euskadi tuviera una presencia propia ante los órganos de la UE. Poca gente está al tanto de que lo único que reclamaba era que, cuando se discutiera en Bruselas de asuntos que afectaran de modo muy específico a sectores económicos vascos, la delegación española incluyera a expertos designados por la Administración autónoma vasca. Tampoco se ha enterado casi nadie de que, además, no solicitaba tal cosa en exclusiva para Euskadi, sino que sugería que se hiciera lo mismo con el conjunto de las comunidades autónomas. De hecho, Fraga llevó una propuesta idéntica al reciente Congreso del PP, y sólo la retiró in extremis cuando le hicieron ver que, si el Gobierno la respaldaba, hacía el ridículo.
El Gobierno de Ibarretxe no ha conseguido que la opinión pública se enterara de la verdadera naturaleza de su propuesta, ya digo, pero también es cierto que, en buena medida, eso ha sido así porque la práctica totalidad de los medios informativos españoles han hecho un esfuerzo consciente y sistemático por ocultarla, presentándola como una reivindicación soberanista.
Sea como sea, si finalmente ese litigio se cierra, pronto se abrirá otro, de parecida o de superior entidad. Porque la línea de fortaleza del PP elegida por Aznar para el tramo final de la presente legislatura, en la que confía para renovar la mayoría absoluta de su partido, pasa por hacer constante vudú con el nacionalismo vasco, convenciendo a la población española de que sólo el PP está en condiciones de enfrentarse con la suficiente energía a ese Gran Maligno. La reciente irrupción pública de Mayor Oreja postulándose como sucesor de Aznar en nombre de su superior conocimiento del «principal problema que tiene España» -un paso que no creo que haya dado a espaldas de su jefe- apunta en esa misma dirección.
Así que se prepare el PNV: todas las baterías van a apuntar contra él.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (5 de febrero de 2002). Subido a "Desde Jamaica" el 2 de marzo de 2017.
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