Pone cara de sorpresa y admite compungido que se ha tenido que equivocar, puesto que nadie ha respaldado su propuesta de reformar la ley para que los nacionalistas periféricos se queden fuera del Congreso de los Diputados. Acto seguido, deja el tono de mansedumbre, recupera su habitual aire gallito y califica de «hipócritas» a quienes se pretenden contrarios a los partidos nacionalistas y, sin embargo, rechazan su propuesta. Si de veras quisieran combatir a los nacionalistas -dice-, aprobarían su iniciativa.
Curioso, este Rodríguez Ibarra.
Curiosa, para empezar, la desenvoltura con la que llama hipócritas a los demás tras haber hecho él una auténtica exhibición de hipocresía. ¡Hace falta jeró para dárselas de sorprendido por el revuelo que ha causado su propuesta! ¡Se necesita cara dura para pretender que no se esperaba una reacción como la que ha provocado!
Es su siguiente razonamiento, de todos modos, el que mejor lo retrata: no entiende que pueda haber quien se oponga a los nacionalistas y se niegue a darles caña por todos los medios. En su criterio, esos remilgos sólo pueden ser fruto de una imperdonable falta de firmeza.
Aplica al caso la misma «lógica» que le llevó a defender en su día a los responsables de los crímenes de los GAL. Para él, o uno está contra ETA o no lo está. Y si lo está, es absurdo que persiga a quienes la combaten, utilicen los métodos que utilicen. Así de sencillo.
Hay cosas que a este hombre nunca le entrarán en la cabeza. Que la ley haya de ser igual para todos, por ejemplo. O que se pueda estar en desacuerdo radical con una ideología sin pretender que sus partidarios sean atados de pies y manos y amordazados.
Qué se le va a hacer. Entendamos que tampoco tiene mucho sentido exigir que se comporte como demócrata quien, sencillamente, no lo es.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (14 de enero de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 6 de mayo de 2017.
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