Lo oigo en la radio: «El brote racista de Ca N'Anglada es aún más extraño si se tiene en cuenta que se trata de un barrio obrero, de origen inmigrante y de tradición de izquierda».
Por partes.
Nada hay de extraño en que el racismo brote en un barrio obrero. Dónde, si no. Los magrebíes no se instalan en los barrios ricos. Es como el conflicto entre los yanquis y los confederados durante la Guerra de Secesión en EE.UU. En los estados del Norte apenas había población negra: los yanquis se podían permitir el lujo de oponerse a la esclavitud. No les afectaba.
Poca gente sabe que Lincoln deseaba abolir la esclavitud... y devolver a los negros a Africa. Fue todo un adelantado de Schengen. Cuando los negros empezaron a instalarse en el Norte, el racismo se afincó allí con ellos.
Segundo dato esgrimido para argumentar la extrañeza: la gente de Ca N'Anglada es de origen inmigrante.
¿Y qué? No hay peor cuña que la de la propia madera. La España democrática emigró en masa a América Latina tras la Guerra Civil, ¿no? Pues véase cómo tratamos a los latinoamericanos. Sudacas. Millones de españoles emigraron durante el franquismo a Alemania, a Francia, a Bélgica, a Suiza... ¿Qué sentimientos albergan ellos y sus descendientes hacia quienes vienen ahora a España en idéntico plan, con las mismas destartaladas maletas atadas con las mismas cuerdas, con los mismos hatillos?
Es la triste condición humana: así que el miserable logra salir del agujero, le pone tapa. Para que nadie más iguale su suerte.
«Es un barrio de tradición de izquierda», alegan.
¿Y qué quiere decir eso? Es pura geografía electoral. No se refiere a las actitudes ideológicas, a los sentimientos más profundos, a las querencias más hondas. La base social de la actual ultraderecha francesa, ferozmente hostil a la inmigración, se localiza sobre todo en los barrios de la periferia de París, bastión histórico del PCF y del PSF. Que alguien vote al PSC o a IC no le proporciona certificado alguno de espíritu solidario: sólo demuestra que una de esas dos opciones electorales es la que le inspira más confianza. Por las razones que sea.
Muchos están del lado de los débiles sólo en la medida en que ellos mismos son débiles.
La debilidad es un concepto relativo. Se puede ser débil frente al alemán o el sueco, pero fuerte frente al portugués. Y fortísimo frente al marroquí o al senegalés. Como se puede ser víctima del patrón y opresor de la novia.
¿De izquierda, inmigrante y obrero? Sí. Y racista. Y xenófobo. Todo perfectamente compatible.
Javier Ortiz. El Mundo (17 de julio de 1999). Subido a "Desde Jamaica" el 19 de julio de 2010.
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Escrito por: pakua.2010/07/19 23:37:16.392000 GMT+2