Juan Sol, piloto de Iberia y buen amigo de esta página, me mandó anteayer un correo electrónico para contarme un incidente que había tenido la víspera con una periodista de Telemadrid.
La buena chica se le echó encima sin previo aviso en el aeropuerto de Barajas, alcachofa en mano y cámara por detrás, para pedirle explicaciones por una presunta huelga de celo que, según había publicado El País, están aplicando los pilotos. Así que logró reponerse del susto, Juan le respondió que las huelgas de celo están expresamente prohibidas por la legislación laboral.
Su respuesta no arredró a la audaz reportera, que volvió a la carga: «Bueno, entonces formularé mi pregunta de otra manera: ¿es verdad que están ustedes aplicando el reglamento a rajatabla?». A lo que Juan contestó del modo más sensato del mundo: «Señorita, los pilotos de Iberia siempre aplicamos el reglamento a rajatabla. Yo jamás compraría un billete de una compañía, ni para mí ni para mi familia, si supiera que sus pilotos no cumplen con las normas».
Ella no estaba dispuesta a rendirse tan fácilmente, así que contratacó: «Pero sus directivos dicen que, si se aplica el reglamento estrictamente, eso provoca retrasos...».
Es realmente fantástico: los directivos de Iberia reconocen alegremente que la compañía ha promulgado un reglamento... ¡con la esperanza de que no se cumpla!
Curioso país éste.
Ayer escuché a Cándido Méndez acusar al Gobierno de haber torpedeado la reforma laboral: «Amenazó con actuar por su cuenta», dijo. ¡Tremenda amenaza! ¡Intolerable pretensión! ¿Adónde iremos a parar, si el poder ejecutivo osa ejecutar y el poder legislativo se empeña en legislar? ¡Van a obligar a los sindicalistas a hacer sindicalismo!
Estos dirigentes sindicales de opereta están tan acostumbrados a vivir instalados en el consenso de las narices –y a cobrar del Estado por ello– que se sienten incomodísimos ante la perspectiva de tener que luchar por los derechos de los trabajadores.
Otro tanto está ocurriendo con la Ley de Extranjería y la dirección del PSOE, dispuesta a aceptar el texto promulgado por el PP siempre que el Gobierno se avenga... a no cumplirlo.
Nicolás Redondo (padre) proporcionó hace años la definición más científica de este género de comportamientos, tan típicamente españoles: «Este país es de coña», dijo.
Vaya que sí.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (2 de marzo de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 5 de marzo de 2010.
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