Manifestación contra la presencia del submarino Tireless, ayer en Algeciras. El PSOE, en primera fila.
¿Razones para manifestarse? Todas. Bastantes factores de riesgo arrostra ya de por sí la población andaluza, como para importar algunos más de manera gratuita. El sumergible británico se paseó por medio Mediterráneo buscando puerto donde amarrar y emprender la obra de reparación de su reactor atómico, y de todas partes lo echaron con viento fresco. El Gobierno español no debería haber permitido de ningún modo que esa nave se quedara en Gibraltar. No sólo por el peligro de contaminación nuclear que implica, sino también porque, al aceptar la decisión unilateral de Londres, venía a admitir la soberanía británica sobre la Roca (punto éste que a mí no me produce ni frío ni calor, pero que se suponía que para el Ejecutivo de Madrid sí era importante).
Aznar metió el cuezo al admitir que el Tireless se quedara en el Peñón y, a partir de ahí, siguió metiéndolo una y otra vez: tomándose el asunto a chirigota, haciendo declaraciones contradictorias...
Se ha lucido el pelo, y es lógico que el PSOE aproveche para darle caña.
Hay quien critica a los socialistas y les acusa de estar «haciendo política» con este asunto. ¡Vaya una acusación más boba! La oposición debe intentar ganarse el favor de la ciudadanía resaltando los errores del Gobierno. ¿Qué hay de malo en hacer política? Y, sobre todo, ¿a qué quieren que se dedique, si no, la oposición? ¿A hacer ganchillo?
El PSOE tenía todo a su favor, incluida la razón, para volcarse en la manifestación de ayer.
Pero se ve que es incapaz de hacer nada sin estropearlo. Cuestión de arraigadas querencias, supongo.
Empezó a fastidiarlo todo tomándose la manifestación al viejo estilo felipista: ordenando a los ayuntamientos regidos por sus correligionarios que fletaran autobuses, con cargo al erario, para que los manifestantes de fuera del Campo de Gibraltar pudieran desplazarse gratis. Mala cosa, tanto por lo que supuso de desvío de fondos públicos para una actividad ajena a los cometidos municipales como por lo que implicó de adulteración del acto de protesta, que se convirtió en poco menos que una excursión del Inserso. Eso sin contar con el ridículo de los autobuses alquilados... y vacíos.
Lo estropeó todo también al convertir la concentración en un mitin partidista, poniendo en primera fila al presidente de la Junta de Andalucía y a toda su plana mayor. Porque el PSOE de ahora se pasa el día diciendo que apoya los movimientos sociales y que no trata de instrumentalizarlos, pero, en cuanto se produce un movimiento social visible, ahí aparecen sus prebostes, corre que te pillo, para salir en la foto.
Ésa es la cosa, y triste cosa es: no aciertan a tener razón ni cuando la tienen.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (21 de enero de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 14 de abril de 2017.
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