David Rojo, responsable -y creo que también propietario- de una interesante página web llamada El periodista digital, tiene tras de sí un historial bastante conflictivo. Hermano del también periodista Alfonso Rojo, entró a trabajar en el El Mundo, de donde salió por la puerta de atrás acusado de ser «un profesional de la cleptocracia periodística», según dice hoy de manera un tanto elíptica un editorial de ese periódico. Excuñado de Ana Rosa Quintana, él fue, como se sabe, el negro que escribió a la presentadora televisiva la novela aquella de los largos párrafos plagiados, que tanto escándalo montó.
Cuando El periodista digital funciona como «periódico de periódicos», hace una labor de mucho interés, porque ahorra a las personas ávidas de información el tiempo y el dinero que cuesta saber qué dice el conjunto de la Prensa. Ha habido medios de Prensa que han acusado a El periodista digital de violar el copyright de los artículos que reproduce, pero no creo que tengan razón: ellos tampoco pagan a los autores por la reproducción electrónica de lo comprado en principio para su publicación en papel. Otra cosa es cuando Rojo utiliza su página web para emprender campañas personales, sea contra la dirección de El Mundo, a la que le tiene una inquina tan comprensible como poco confesable, y contra la jefatura de Interviú, a la que tiene enfilada muy probablemente porque fue esa revista la que descubrió los plagios que encerraba la novela que él escribió por encargo de Ana Rosa Quintana.
Ahora David Rojo es acusado de haber obtenido una entrevista y dos cartas de Tony Alexander King con engaño, amparándose en su condición de abogado y violando el secreto que debe regir las relaciones, incluso todavía no reguladas por contrato, entre defensor y defendido. He mirado El periodista digital para ver por dónde enfoca Rojo su defensa. No niega los hechos: se limita a decir que otros medios también han hecho cosas raras en otras ocasiones.
Me temo que David Rojo haya ido demasiado lejos en la concepción del periodismo como ejercicio que reserva el éxito a quienes mejor saben recurrir a la picardía y la desenvoltura.
No es una concepción exclusivamente suya. Otros periodistas madrileños pudieron inducirle a engaño alcanzando su éxito gracias, precisamente, a la picardía y la desenvoltura.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (24 de septiembre de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 4 de diciembre de 2017.
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