Dice Ramón Jáuregui que plantear las contradicciones del PSE-PSOE como si fueran resultado de una división entre «vasquistas» y «no vasquistas» es una simplificación insostenible.
Estoy de acuerdo. Resulta francamente improcedente calificar de «vasquistas» a personajes como Jesús Eguiguren, Txiki Benegas o él mismo. Ninguno de ellos se ha distinguido jamás por su apasionado vasquismo político (aunque bien es cierto que tampoco han llegado nunca a los extremos del diputado general de Alava, Ramón Rabanera, que hace unos días, a propósito de la negociación del Concierto Económico, llamó a la delegación del Gobierno de Ibarretxe «la parte vasca», como si él hubiera acudido a Madrid en nombre de Castilla y León, o algo así).
El asunto no va por ahí. La crisis del PSE se ha desatado, sencillamente, porque buena parte de los socialistas vascos se han dado cuenta de que, de insistir erre que erre en la política marcada por Redondo Terreros, se iban al garete.
Desde que decidieron escenificar su ruptura con el Gobierno vasco -y digo «escenificar» porque la decidieron cuando aquel Gobierno ya estaba prácticamente en funciones, y la cosa apenas tenía efectos prácticos-, Redondo y sus allegados se han limitado a seguir las huellas de Jaime Mayor Oreja. En todo y para todo.
El PSE ha carecido de línea propia hasta extremos patéticos. Si Mayor decía de algo que era blanco, era blanco. Y si aseguraba que negro, pues negro. Se ha limitado a ser un triste remedo del PP. Y eso, en política, se paga caro. Porque, si no existes para nada concreto, si no cumples ninguna función específica, te conviertes en un cero. Y no mejora en nada tu posición que insistas una y otra vez en que se trata de un cero a la izquierda.
Debería haberle bastado a Redondo Terreros con constatar el cúmulo de elogios que le dirigían los del PP y sus propagandistas mediáticos para darse cuenta de que, por fuerza, algo tenía que estar haciendo mal. Francamente, es de lo más sospechoso que te llene de alabanzas un partido que te está disputando, en buena medida, la misma franja de electores. Y, por si fuera poco, llega Mayor Oreja y anuncia que el PP vasco está en disposición de acoger en su seno a los socialistas que se consideren incompatibles con los nuevos aires que corren por su partido. ¡Les ofrece el carné del PP!
No vale la pena entrar en disquisiciones ideológicas. El giro que ha iniciado el PSE es mera cuestión de supervivencia. Se trata para ellos, pura y simplemente, de pintar algo en la política vasca. Porque, si no, sólo les quedará echar la persiana.
Javier Ortiz. El Mundo (29 de diciembre de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 25 de febrero de 2013.
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