Dice un refrán de mi tierra, no muy fino, pero ciertamente expresivo, que la mierda, cuanto más se remueve, peor huele.
José María Aznar dio ayer elocuente prueba de ello. Su conferencia de Prensa en A Coruña, que él había destinado a sacar la patita de dónde la había metido, no hizo sino empeorar su posición.
Es cierto que presentó más excusas en media hora de todas las que ha ofrecido en los últimos seis años. Pero fueron meramente formales. Cada vez que reconocía un hipotético error, se apresuraba a justificarlo, y ponía tanto calor en la justificación como frialdad en el reconocimiento.
El punto culminante de su exhibición de patinaje llegó cuando afirmó que no había viajado antes a Galicia porque eso habría supuesto «una manipulación de los sentimientos de los gallegos». Sus amigos se han precipitado a decir que no pretendió con ello desautorizar a los muchos responsables políticos que habían viajado a Galicia antes que él, empezando por el rey. Y yo les creo: doy por hecho que el hombre estaba tan obsesionado con lo suyo que no pensó que había escogido una línea de defensa que suponía un ataque para todos los demás.
Pero eso no le deja en mucho mejor lugar. Al contrario: da cuenta de las limitaciones de uso que tienen sus neuronas. El hombre es muy soberbio, pero cortito. No es incompatible.
Por lo demás, no llegó a aclarar por qué las razones que le habían aconsejado estar lejos de Galicia hasta ayer dejaron de ser válidas precisamente ayer. Si había podido trabajar hasta ahora a favor de Galicia desde la lejanía, ¿para qué acercarse? Si podía centralizar toda la información tan estupendamente desde Grecia, desde Roma o desde Madrid, ¿qué necesidad tenía de pasar tres horas en A Coruña? Que no nos cuente que quería ver de cerca la realidad de la catástrofe, porque no se acercó a ella. Que no pretenda que quería reconfortar a los perjudicados, porque no se dignó hablar con ellos. Que no arguya que quería infundir ánimos a los voluntarios y a los soldados que trabajan sobre la mierda, porque no quiso ni verlos. Estuvo en Galicia como podía haber estado en Salamanca.
Fue un churro de viaje que sólo sirvió para confirmar lo que ya todo el mundo sospechaba: que no se había acercado por el lugar de los hechos por miedo a ser abroncado, y que ese mismo miedo fue el que dictó sus escasos pasos ayer durante su paseo de visto y no visto.
En realidad, Aznar sigue sin haber viajado a Galicia.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (15 de diciembre de 2002). Subido a "Desde Jamaica" el 31 de diciembre de 2017.
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